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Karina Coimas, salarios por detrás de la inflación, caída de consumo y empresarios embarrados por "torpezas" libertarias

  • Foto del escritor: Editorial Tobel
    Editorial Tobel
  • 15 sept
  • 3 Min. de lectura

Y el gobierno no despierta, no sale del rincón.


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Diego Spagnuolo con los hermanos Milei y Martín Menem


Mientras el fiscal Pablo Picardi y el juez Sebastián Casanello avanzan con la denominada causa “Karinas Coimas” y en allanamientos a las cajas de seguridad del extitular de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDis), Diego Spagnuolo -el funcionario que reveló la trama de corrupción oficial- dio como resultado el hallazgo de 80 mil dólares y 2.000 euros, lo que estaría, de algún modo, corroborando la ruta de la coima, los dueños de la Droguería Suizo, la familia Kovalivker, no logran salir del complejo entramado en el cual decidieron meterse a la hora de sumar más billetes.


Los Kovalivker, al igual que los empresarios Armando Roberto Loson (Grupo Albanesi), Hugo Alberto Dragonetti (Panedile), Benjamín Gabriel Romero (EMEPA), Ángelo Calcaterra y Enrique Pescarmona, procesados todos estos en la denuncia del “chofer-escritor” Oscar Centeno, quien habría redactado los famosos cuadernos que dijo haberlos quemado en la parrilla pero por arte de magia renacieron como el Ave Fénix para luego entregarlos a un Poder Judicial corrupto, están con la sangre en el ojo por toda “esta barbaridad judicial”, dicen. Y prometen no quedarse quietos. "Piensan que somos como ellos", comentaba un industrial de la construcción para añadir: "nuestras empresas vieron desfilar y caer varios gobiernos, estos tipos no van a manchar nuestra reputación y apellido".


El empresariado no está acostumbrado a que se los exponga como simples delincuentes. Aún coimeando y corrompiendo, como la historia demuestra, el empresariado gusta “guardar las formas”. Eso que los amigos de los hijos o los vecinos del Country sepan a través de las pantallas que son delincuentes, no es grato. Es un deshonor. Nadie se pasea diciendo soy un corrupto o un mafioso. Eso sucede tan sólo en las películas. O entre gente burda, torpe, en muchos nuevos ricos.


Así como el empresariado no le perdonó a Mauricio Macri que lo haga desfilar por tribunales, tampoco le agrada lo que realizan los hermanos Milei. En particular, El Jefe, Karina.

Emmanual Kovalivker (Droguería Suizo Argentina), Armando Roberto Loson (Grupo Albanesi), Hugo Alberto Dragonetti (Panedile), Benjamín Gabriel Romero (EMEPA), Ángelo Calcaterra y Enrique Pescarmona están, ante el ciudadano de a pie, el que produce y trabaja decentemente, en el mismo plano que Karina, Lule y Martín y Diego Spagnuolo. Situación terrible para un empresariado acostumbrado a caminar mullidas alfombras de despachos oficiales con sus guantes blancos siempre en mano.


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Emmanuel Kovalivker (foto La Nación)


Mientras estos actos se ventilan en tribunales y en despachos oficiales, la crisis sacude al país. En este sentido, se conoció que el consumo está por debajo del 16% con respecto al 2023. La mayoría de los indicadores del Indec que miden la realidad económico-social están en baja. No repuntan. Así como el consumo, la capacidad industrial instalada no logra salir del 58%. Industriales Pymes denuncian el cierre de 45.000 empresas debido al modelo impulsado por el gobierno. Las importaciones de productos básicos, por caso, prendas de vestir y electrodomésticos, se dispararon por arriba del 200% con respecto al 2023. Esto implica menos producción nacional, menos trabajo, menos consumo: más cierre de comercios barriales, Pymes y despidos.


Paralelamente, salarios y haberes jubilatorios corren por detrás de la inflación. Salvo gremios como el bancario, el resto del mundo del trabajo no logra recomponer salarios. Empresas como Arcor, Ledesma, La Serenísima, Verónica, Molinos, entre tantas más, presentaron balances donde se observa que perdieron ingresos considerables con respecto a años anteriores.


Con un modelo político basado en la desregulación económica, la apertura indiscriminada de importaciones, baja de impuestos para ricos, un Estado corrido a la hora de atender las asimetrías e injusticias, sin obra pública, sin salud y educación, los resultados electorales del pasado domingo fueron el fiel reflejo del humor social  y de un electorado defraudado y desencantado con el gobierno nacional. Un gobierno acorralado por  su fundamentalismo ideológico que insiste con viejas y fracasadas recetas. Y prometiendo “no nos vamos a mover un milímetro de nuestro plan”, dijo el presidente al momento de presentar la “mesa política” como gran respuesta a la derrota electoral. Una mesa integrada por funcionarios acusados en el Karina Coimas y otros tildados como parte de la casta libertaria gobernante.

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