Por ineptitud libertaria, el J.P Morgan toma control del gobierno
- Editorial Tobel
- 24 oct
- 3 Min. de lectura
Frente a un Milei perdido y sin capacidad de reacción, Trump autorizó a que ex empleados del famoso, y no precisamente prestigioso, banco tomen el control de la política del país

El CEO de JP Morgan, Jamie Dimon, aterrizó en el país mientras a Milei le pasan los elefantes por la nariz
Por: Tano Armaleo.- Así como “el mercado” le bajó el pulgar al presidente Milei, entendiendo que el exacerbado fundamentalismo con el que actúa está dinamitando todos los puentes y afectando no pocos negocios, desde el norte EE.UU también así lo entiende. Lo dijo de manera muy explícita y clara el presidente Donald Trump. Le sacó el banquito al presidente argentino. Sin embargo, apuesta al modelo ultraliberal. Sólo que necesita de mejores y “más sensatos” empleados.
Si algo faltaba para conformar la intromisión directa y explícita del gobierno de los EE.UU sobre el control de la política nacional son las recientes -habrá más- renuncias y nombramientos de nuevos ministros. Además de la conocida y grosera intromisión del tesoro de los EE.UU financiando la fuga de dólares y conteniendo la disparada del mismo, también talla a la hora de poner y sacar ministros.
La anticipada renuncia del canciller Gerardo Werthein responde, además de una interna feroz en el gobierno, en este caso entre el ahora excanciller con Santiago “Billetera” Caputo, a que el renunciado funcionario era tildado de mirar muy de cerca al poder demócrata.
Pablo Quirno es el nuevo ministro que reemplazara de Gerardo Werthein. Quirno, hasta la fecha actúa como Secretario de Finanzas, está bajo el ala de Luis “Toto” Caputo. Ambos son exempleados de alto rango del J.P. Morgan al igual que el presidente y varios directivos del Banco Central, y varios integrantes del equipo económico. Funcionarios que comparten negocios financieros e idénticos patrones que, en realidad, no es cualquier patrón.
Y en esto de tener patrón, Santiago Caputo es otro de los que juega con el abrazo del Tío Trump. El asesor e integrante de la mesa chica del poder mileísta tiene línea directa con Barry Bennett, hombre de grandes negocios financieros y mano derecha -sin cargo oficial- de Trump en lo que a estrategias regionales se refiere. Además, Barry Bennett está vinculado al oscuro empresario (multimillonario) Leonardo Scatturice, exagente de la SIDE. Leonardo Scatturice es el mismo que ofreció uno de sus aviones a la libertaria Laura Arrieta: ingresó con 7 abultadas valijas a Buenos Aires sin pasar por aduana.
Bennett compartió, a instancias de Santiago Caputo, una reunión en Puerto Madero con Cristian Ritondo, Rodrigo de Loredo y Miguel Ángel Picheto. No hablaron, precisamente, de los buenos vinos nacionales.
Como muestra de poder y para ratificar por dónde pasará el mismo a partir del domingo 26 de octubre, cualquiera sea el resultado electoral, la reciente llegada al país del CEO del JP Morgan, Jamie Dimon, habrá que agendarlo como una clara intromisión y supervisión de aquel país sobre Argentina. Nada nuevo bajo el sol cuando la derecha gobierna y echa mano al endeudamiento.

Jamie Dimon se encuentra en el país en medio de la volatilidad del dólar y las negociaciones por un paquete de “apoyo” para la Argentina. En realidad, todo gira en torno a un negocio financiero y el control de áreas estratégicas de minerales. Cero producción y desarrollo nacional, estímulo a PyMes y economías regionales. Menos a un trabajo con salario digno.
Dentro de estas movidas de ajedrez, Mauricio Macri acaba de recibir una estocada: pretendía imponer a Federico Pinedo como canciller. ¿Le habrán facturado la falta de compromiso y entrega en la campaña electoral?.
Mientras tanto, a Karina Milei y a los Menem (Martín y Lule), seriamente afectados por actos de corrupción, los llamaron a silencio. Dicen, en las inmediaciones de Casa Rosada, a cambio de una justicia condescendiente. Tanto en el país como en los EE.UU. El mismo cuidado le dispensará al presidente evitándose cualquier mal transe institucional, por caso, juicio político. El norte se entromete e interfiere en la política doméstica y no lo oculta. Es como aquellos ocupas que toman una vivienda y determinan, sobre el esfuerzo y dolor ajeno (los dueños de la propiedad), y con el dinero de las víctimas, el destino de los verdaderos dueños.












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