El modelo de Milei garantiza dos cosas: la extinción de la clase media y beneficios para ricos
- Editorial Tobel
- hace 2 horas
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El industrial PyMe, el comerciante del barrio, el profesional, el empleado de Whirlpool, el yerbatero de Misiones son víctimas del modelo. Financieras y grandes multinacionales extractivistas y un puñado de agroexportadores los únicos beneficiarios.

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El modelo regenteado por los hermanos Milei tiene claros ganadores y perdedores. Un modelo basado en el crecimiento del capital (empresas, en particular las grandes multinacionales) que cuando colmen sus arcas, entiende el oficialismo, derramarán hacia abajo. Derramarán al mundo del trabajo: al empleado, al profesional, al que produce desde una Pyme y al productor regional y al comerciante barrial. Es decir, a la denominada clase media, aún con las conocidas asimetrías que reinan dentro de este sector de la población, tenía en el modelo popular, de izquierda si se prefiere, una fuerte apuesta a la producción nacional y al desarrollo de las economías regionales, y al crecimiento científico y tecnológico nativo.
El modelo que reivindica y ventea a los cuatro vientos la ultraderecha gobernante es la vieja y fracasada teoría del derrame.
Sólo que en este nuevo período gubernamental -antes lo fue con Carlos Menem, Fernando de la Rúa y Mauricio Macri, respectivamente- se potenció la matriz financiera especulativa. La producción nacional, las Pymes que garantizan más del 70% del empleo registrado son víctimas del modelo. Más de 19.000 Pymes debieron cerrar sus puertas debido al modelo. No muy distinta es la situación de comercios barriales y kioscos: más de 25.000 bajaron las persianas. Tarifazos mensuales, aumento de insumos, caída de ventas y el ingreso de productos importados, entre otros factores, alientan los cierres comerciales. A todo esto, según registraron desde el INDEC, más de 260.000 personas perdieron el empleo.
Es evidente que el modelo neoliberal, la mentada teoría del derrame nunca llega al que trabaja, produce, investiga, educa y cura. La historia así lo demuestra.
El comerciante, el industrial PyMe o el productor regional son víctimas del modelo y, sobre todo, son conscientes de que el derrame no les llegará porque, en el hipotético caso que así sucediera, quedarían tendidos en el camino y sin posibilidad de levantarse. La misma situación corre el empleado de Mondelez, Whirlpool, La Suipachense, Rabe y tantas empresas más que debieron despedir personal o, peor aun, cerrar. Es decir, el comerciante del barrio, el industrial Pyme, el industrial nacional, el productor rural, el yerbatero de Misiones, el médico del Garrahan y del Posadas, el profesor y docente que se quedó sin trabajo porque el establecimiento se vio imposibilitado de continuar operando, el científico que quedó sin financiamiento, los miles de policías y militares que deben realizar changas para llegar dignamente a fin de mes, los trabajadores de plataforma que la sufren más de 10 horas diarias para alcanzar un ingreso -no siempre asegurado- que promedia los 800.000 pesos mensuales, el derrame que debieran destilar las grandes empresas ganadoras del modelo que regentea Milei nunca les llegó. Tampoco les llegará.
Son sectores de la producción, del capital nacional y del trabajo, todos típicos de la clase media, con ingresos ciertamente distintos y muy diversos. Son personas físicas o jurídicas (empresas o comerciantes) que de una u otra manera han sido beneficiadas por la mentada movilidad social ascendente. La que permitió que el hijo de un trabajador sea el médico del Garrahan, el docente del Nacional de Córdoba, el comisario de Tapalqué, el gerente de la sucursal del banco, el dueño de una PyMe que produce canillas o el comerciante del barrio.
Desafortunadamente, y peor aún para aquellos que apostaron por el presidente Milei y hoy se ven defraudados, el derrame nunca llegará a la clase media. El modelo cierra con altos índices de desempleo, bajos salarios y libre importación; y con fuerte cuño financiero-especulativo. Y sin actividad sindical que evite que la balanza se incline para un solo punto: al del capital, tal cual promete la nueva ley laboral que impulsa el gobierno.
No hay beneficios para más del 70% de la población. Así lo acaba de ratificar el docente y economista Carlos Rodríguez, de reconocido cuño liberal, al objetar al gobierno de La Libertad Avanza y de sus socios del PRO, la UCR y de no pocos gobernadores peronistas. Milei y su gente creen en la teoría del derrame. Consideran que los dueños de mineras, agroexportadoras o pesqueras, por caso, distribuirán sus ganancias hacia abajo, hacia sus empleados.
Los beneficiarios del modelo oficial hay que rastrearlos en financieras y grandes multinacionales extractivistas y un puñado de agroexportadores. En este esquema, en el mejor de los casos, un 20/30% de la población es acreedora de la teoría del derrame. Esto puede chequearse con la realidad en la mano y datos oficiales.
Queda claro que la salida a un modelo de crecimiento y desarrollo de la industria nacional, que garantice salarios dignos y una mejor distribución de la riqueza pasa por el denominado modelo local: primero lo nuestro, primero Argentina; fuerte inversión en educación, desarrollo científico y acompañamiento a la industria local. En gran parte, aquello que Trump intenta materializar en su país, sólo que a expensas de castigar al resto de las naciones.












