Argentina a contramano del mundo y de la producción y del trabajo nacional
- Editorial Tobel
- 3 abr
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Mientras el mundo responde con cautela y medidas proteccionistas ante los aranceles de Donald Trump, Argentina toma un camino distinto: liberación total de importaciones.

Columna de Opinión: José "Pepe" Armaleo*
Mientras el mundo responde con cautela y medidas de defensa ante los aranceles de Donald Trump, Argentina toma un camino distinto. En lugar de proteger su economía con represalias o acuerdos estratégicos, el gobierno de Javier Milei apuesta a fortalecer su relación con Estados Unidos, confiando en que su alineación con la administración republicana le traerá beneficios y lo ayudará a esquivar el impacto negativo de estas tarifas.
El 2 de abril, Trump anunció aranceles recíprocos con un mínimo del 10% para todas las importaciones, con tasas más altas para los socios comerciales más fuertes. Argentina quedó en la lista con la tasa mínima, afectando sectores clave como el agro, la industria textil y la metalúrgica. A diferencia de potencias como China y la Unión Europea, que ya están tomando medidas para defenderse, Argentina parece haber optado por el camino de la sumisión y la espera.
Milei, resaltando su sintonía con Trump, viajó a Florida para un evento en Mar-a-Lago, buscando excepciones y apoyo para negociar la deuda con el FMI. A la par, el canciller Gerardo Werthein se reunió con Marco Rubio para explorar un posible acuerdo comercial bilateral. El gobierno argentino insiste en la idea de un tratado de libre comercio con EE.UU., convencido de que esta relación privilegiada traerá beneficios al país.
Sin embargo, esta estrategia deja muchas dudas. Trump ha demostrado que su política de "América Primero" no distingue entre amigos y enemigos cuando de comercio se trata. Países con acuerdos sólidos con EE.UU., como Canadá, México y Japón, también han sido afectados por medidas proteccionistas. Entonces ¿por qué Argentina recibiría un trato especial?
Mientras Europa y Asia refuerzan sus industrias para no quedar expuestas a la guerra comercial, Argentina apuesta todo a una relación personal con Trump. Pero esto puede ser un juego peligroso: si la estrategia falla, el país quedará aún más vulnerable sin herramientas para defenderse.
El impacto de estos aranceles puede ser grande. Las exportaciones agroindustriales, una de las principales fuentes de ingreso del país, perderán competitividad en EE.UU. La industria manufacturera, que ya viene golpeada, enfrentará más trabas para vender sus productos afuera. Empresarios del sector aceitero y metalúrgico ya advirtieron que esto puede traducirse en pérdida de empleos y caída de ingresos.
La gran pregunta es si esta cercanía con Trump traerá algún beneficio real o si Argentina terminará pagando un precio demasiado alto por apostar todo a EE.UU.
En este contexto, elegir la especulación financiera en lugar de fortalecer la industria es un riesgo enorme, ¿o será la crónica de una muerte anunciada?. Mientras otros países invierten en producción y protegen su economía, Argentina necesita un plan serio para reindustrializarse y generar empleo real. Las pruebas están a la vista: a más de un año de gobierno, el poder adquisitivo de los argentinos se ha desplomado, el consumo interno sigue en caída, la inflación no cede y la actividad económica se encuentra en recesión. La historia demuestra que el crecimiento no se logra con libre comercio, sino con inversión en infraestructura, tecnología y producción local.
Para salir adelante hay que apostar primero al mercado interno y devolverle a la gente el poder de compra. Sin consumo, la industria no crece. Hay que dejar de subsidiar la especulación financiera y todo lo que conlleva, para redirigir los recursos hacia la producción y el trabajo genuino. Seguir dependiendo de factores externos nos hace más frágiles, nos deja a merced de crisis constantes y nos quita el control sobre nuestra propia economía. Si queremos un país fuerte, tenemos que empezar por fortalecer lo nuestro. La pregunta que debemos hacernos es ¿qué rol ocupa el “hombre” en la economía?
“La historia no se borra, la memoria no se clausura, la justicia no se negocia y la soberanía no se entrega”.
*José “Pepe” Armaleo: Militante, Abogado, Magister en Derechos Humanos, integrante del Centro de Estudios de la realidad política y social Argentina Arturo Sampay, Zona Norte.
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