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Teoría de Milei: donde reina armonía, metemos un problema 

El gobierno se caracteriza por generar un inconveniente donde hay armonía. Estimuló el conflicto con el transporte público al no enviar los fondos para que cobren los choferes y ayudar al paro. El castigo fue para las víctimas: los trabajadores.


Foto archivo


Por: Fernando Gañete Blasco.- Un nuevo día de conflicto se vivió en la jornada de hoy. El gobierno de Javier Milei y su hermana, la empleada estatal Karina, creó un nuevo caos para los trabajadores que habitualmente van a ganarse el pan (cada vez más costoso) de cada día. Ante la quita de subsidios al transporte y pese a los elevados aumentos de tarifas, los empresarios no le pagan lo que corresponde a los choferes, por lo que éstos convocaron a un paro.


Dentro de la catarata de veneno que destila el presidente Milei en sus declaraciones públicas, una de las cosas que sostiene es que “el Estado es el enemigo, una asociación criminal”, por lo que se desprende de sus palabras es el jefe de una asociación criminal y el jefe del enemigo. Lo cierto es que repite como un slogan que “el Estado no debe de intervenir”. Así es como en relación con los precios de los alimentos no interviene, favoreciendo así a las empresas oligopólicas y perjudicando al común de la población. Con respecto a las tarifas de los servicios públicos, sí interviene quitando los subsidios, perjudicando a las Pymes, universidades, colegios, clubes y al conjunto de la sociedad para que aumenten sus ingresos las compañías monopólicas de energía.


Con la salud privada el Estado sí interviene liberando los precios de las prepagas y desfinanciando la salud pública. Con lo que se transforma hoy en un servicio esencial como internet y la telefonía celular (ya en ese aparatito están los datos para todos los trámites), sí interviene liberando precios para favorecer a las grandes empresas del sector en desmedro de la ciudadanía. Cuando se habla del aumento de salarios de los trabajadores, el Estado no interviene, al no homologar las paritarias, rechaza aquellas que superan el índice de inflación, por lo que se transforma en sí intervenir para favorecer al empleador contra los trabajadores.


Ahora con el problema que se presenta en el transporte, el Estado no interviene en la solución del conflicto, pero sí interviene con los trabajadores, sancionándolos si no se presentan a sus puestos laborales. Por el mismo inconveniente que el gobierno genera y no resuelve castiga a las víctimas que son los usuarios. Es que el sector empresarial al que Milei defiende no viaja en transporte público.


Cuando Milei pregona la no intervención no hace más que sumar a su especialidad dialéctica: mentir y confundir. Mantiene así una coherencia, que es sostener una personalidad incoherente, ya que la supuesta no intervención siempre esconde el hacerlo favoreciendo al mismo sector, el 5% más rico, perjudicando a la clase media y baja de la población. Si, por caso, en la calle una persona mayor golpea salvajemente a un niño y un funcionario (por ejemplo, policía o fiscal) mira atento lo que sucede y no interviene, comete un delito al no hacerlo en defensa del más vulnerable.

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