La crisis destruye y Ezeiza vuelve a ser la salida
- Editorial Tobel
- 18 dic 2024
- 3 Min. de lectura
A partir de la utilización de un modelo ideológico que remite a viejas películas que terminan todas con el mismo dramatismo.

La industria textil nuevamente afectada por políticas antiindustria nacional: despidos y cierre de planta ses el destino.
La situación socio-económica es dramática, caótica y cruel. Relevamientos oficiales y privados así lo avalan. La capacidad industrial instalada se ubica por debajo del 60%, los despidos alcanzaron a los 300.000 en todo el país, el consumo de carne cayó a 46kg por personas, las ventas en supermercados y almacenes descendieron un 16%, la pobreza no cede, 54%, la construcción también tiene índices negativos. Estos son tan sólo algunos datos.
Paralelamente, más de tres millones de jubilados se quedaron sin medicamentos, el valor de los alquileres complican las economías familiares, millones de familias debieron abandonar el sistema de salud privado (prepagas), las cuotas en colegios se tornan un drama familiar, millones de personas no acceden a todas las comidas diarias, más de 12.300 Pymes debieron cerrar, 34.000 comercios bajaron las persianas, la apertura indiscriminada de importaciones promete generar los mismos estragos que ocasionó en décadas pasadas.
El plan de desarrollo científico y tecnológico, al igual que todo lo vinculado al despliegue nuclear ha sido desmantelado por el gobierno del intolerante, autoritario y violento primer mandatario. Dentro del plan de “destrucción planificada” diseñado por el gobierno, como es de imaginar hay ganadores y perdedores. Entre los primeros se ubican empresarios agroexportadores, petroleros, extractivistas, laboratorios y un par de empresas alimenticias que, a pesar de la caída del consumo, logran rentabilidad extraordinaria: venden menos unidades logrando mayores beneficios. Y los grandes ganadores son bancos y financieras. Es decir, la especulación financiera que por estas horas parece estar levantando los bártulos: comienzan a llevarse los dólares que jugaron en la timba que les habilitó “el crack” de las finanzas, el ministro Luis “Toto” Caputo. La disparada del dólar presagia, estiman algunas consultoras, el comienzo del fin.
Dentro de este contexto, claramente dañino y cruel para la inmensa mayoría de la población, los perdedores del modelo ideológico llevado adelante por el “empleado del mes”, la clase media es otro sector que viene sufriendo el “robo” de dólares -por goteo- para poder llegar a fin de mes. Lo propio sucede con científicos y profesionales.
En este marco, en un acto de solidaridad internacional con sus pares de la Argentina, unos 200 científicos y técnicos de 23 países firmaron una declaración de apoyo al Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), que está en la mira de las autoridades del gobierno de Javier Milei, que quiere achicar la estructura de personal, ajustar el presupuesto y hasta sacar a remate varios campos experimentales. Y, en lo posible, eliminarlo.
Las firmas de solidaridad llegaron desde Bélgica, Brasil, Canadá, Chile, China, Colombia, Cuba, Ecuador, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Francia, Italia, Madagascar, Marruecos, México, Mozambique, Países Bajos, Portugal, Reino Unido, Suecia, Suiza, Tailandia y Uruguay.
Frente a semejante panorama, que no augura nada nuevo ya que el modelo oficial es copia de otras películas ya vividas y padecidas en el país, Ezeiza vuelve a ser la salida de científicos, profesionales y de familias y jóvenes que la ven muy clara: Argentina es inviable para más del 70% de la población. Todo indica que un alto porcentaje de la población está condenado a sobrevivir a duras penas. Así terminaron las anteriores películas mientras un puñado se enriqueció al punto de que en guaridas fiscales hay depósitos (ilegales) por más de 300.000 millones de dólares. Un país rico, con riquezas extraordinarias y una pésima distribución de la riqueza que no termina por ser encarrilada en beneficio del bien común. Para esto es imprescindible la acción de un Estado activo y solidario.
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