Kicillof y Cristina cierran filas, y en Zona Norte comienzan a especular con candidaturas

Ante una crisis social y económica que se ve agravada por la estafa en criptomonedas, el peronismo comienza a ordena la interna.

Malena Galmarini junto a Martín Marinucci durante un reciente plenario del Frente Renovador

De acuerdo quién brinde las explicaciones del caso, el levantamiento de algunos actos políticos que el peronista Axel Kicillof tenía programados ofrece dos alternativas.  Por un lado, está la que se basa en que la compleja crisis y caos institucional por el que atraviesa el país (#estafaMileicriptomonedas) resulta a destiempo jugar cartas electorales de manera tan abierta. Además, el gobernador debe preparar la apertura legislativa. La otra argumentación se direcciona en buscar tiempo para tender puentes de entendimientos con el espacio que lidera Cristina Fernández que, todo indica, procura un acuerdo.

En ambas circunstancias subyace un hilo conductor clave que “las y los muchachos peronistas” vienen masticando y que por imperio de la realidad se aceleró. A la crisis social y económica, el gobierno le sumó la institucional. Una crisis que, si bien es prematuro predecir su final, por lo pronto lo ha dañado en su credibilidad. Y, sobre todo, los socios que tiene como aliados parecieran actuar cuan buitres hambrientos. La denuncia que realizó la periodista Cristina Pérez, mujer del ministro de defensa, el radical Luis Petri, asegurando que en el entrono más íntimo de Milei piden coimas, agravó la situación institucional.

Frente a semejante cuadro, como es de imaginar, la oposición acelera los tiempos. De no ser así, estaríamos ante una dirigencia más paquidérmica de lo que hasta la fecha se ha mostrado en general.

Por historia y formación política, quienes parecen leer y comprender la realidad de manera más abarcativa y estratégica es la dirigencia peronista. Aún con todas las asignaturas pendientes y errores cometidos en el pasado reciente, la capacidad de resiliencia que los caracteriza entusiasma a peronistas en cerrar filas. Huelen derrota por parte del oficialismo.

Es sobre esta impronta que se basaría un entendimiento entre Cristina y Kicillof. Así pareció entenderlo Máximo Kirchner quien, dicen, de tantas conversaciones con Sergio Massa comprendió que Kicillof es el gobernador y, probablemente,  uno de los candidatos a presidente 2027.  

Debilitarlo, ir separados, es ponerse en primera fila para “tirarse al abismo”, disparan desde el peronismo más tradicional de la provincia de Buenos Aires.

Una provincia que, por caudal electoral y peso institucional, arrastra la marca del resto de sus pares.

El acuerdo de La Cámpora con Axel Kicillof contempla, entre otras cuestiones, el desdoblamiento de las elecciones. Y también un armado “respetuoso y equitativo” entre estos tres sectores. En las anteriores elecciones, vale recordar, el control de la birome recayó en manos de Cristina dejando un tendal de heridos. Una instancia que la gran mayoría de quienes dan fuerza y vida a Unión por la Patria no quiere volver a repetir.

En el mientras tanto, y oteando las cartas del año electoral, comienzan las especulaciones entre dirigentes y militantes.

La principal es saber si se modifica el límite de reelecciones. De cambiar la ley, son varios -de todos los partidos- los que podrían respirar aliviados.

En esto de las especulaciones en torno a la alquimia electoral, las mismas han comenzado a dar las primeras pinceladas.

Al respecto, y de no modificarse la Ley que impide reelecciones, la laboriosa senadora provincial, Teresa “La tere” García, podría pasar a la lista de diputada nacional. El lugar que deja podría ser ocupado por Malena Galmarini. Una dirigente que por su propia formación política y el hablar sin pruritos, la ubica, entienden algunos, como una candidata adecuada a los tiempos que corren.

Continuado en el tren de especulaciones, siempre y cuando se levante la prohibición de la reelección, hasta el propio gobernador podría, llegado el caso, buscar un tercer mandato.