EngaƱo oficial: disfrazar una derrota manipulando resultados electorales
- Editorial Tobel
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La Dirección Nacional Electoral (DINE), a pedido del gobierno, prepara una maniobra inédita: contabilizar los votos como si la Argentina fuera un distrito único, a modo de favorecer a La Libertad Avanza.

Columna de Opinión
Por: JosƩ "Pepe" Armaleo*
A una semana de las elecciones legislativas, el Gobierno se juega mĆ”s que un resultado: necesita exhibir una imagen de fortaleza para sus socios externos. Con el respaldo de Estados Unidos atado a la āestabilidad polĆticaā y al cumplimiento del plan de reformas exigido por las corporaciones norteamericanas, la Casa Rosada intenta maquillar una derrota y convertirla en relato. La Dirección Nacional Electoral (DINE) prepara una maniobra inĆ©dita: contabilizar los votos como si la Argentina fuera un distrito Ćŗnico, favoreciendo a La Libertad Avanza -Ćŗnico frente con denominación homogĆ©nea- y fragmentando al peronismo en sus variantes provinciales. El objetivo no es estadĆstico sino polĆtico: mostrar una victoria donde no la hay, sostener el mito del liderazgo libertario y mantener viva la promesa de obediencia ante Washington.
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El Gobierno libertario enfrenta la elección del 26 de octubre como si se tratara de una cuestión de supervivencia. No porque tema al voto popular -al que ya ha despreciado en mÔs de una ocasión-, sino porque necesita mostrarle a Washington una foto de gobernabilidad. La Casa Blanca, sus bancos y sus corporaciones no piden libertad, sino estabilidad para sus negocios. Y el presidente argentino parece dispuesto a ofrecerles cualquier cosa, incluso un resultado electoral dibujado.
La maniobra que impulsa la Dirección Nacional Electoral (DINE) no puede entenderse fuera de ese contexto. Presentar el escrutinio provisorio como si la Argentina fuera un ādistrito Ćŗnicoā es un intento burdo de mostrar a La Libertad Avanza como ganadora nacional aun cuando pierda en la mayorĆa de las provincias. En otras palabras: fabricar un relato de victoria para consumo externo.
Porque en los despachos de Washington no importa si Milei gana o pierde en TucumĆ”n o en Córdoba. Importa si puede sostener su programa económico, vetar leyes, garantizar el RIGI y entregar sin trabas los recursos naturales que las empresas norteamericanas vienen a buscar. Por eso la orden es clara: āalcanzar el tercio para defender las medidasā. El resto es marketing.
Mientras el paĆs discute cómo se contarĆ”n los votos, el verdadero conteo se hace en dólares y toneladas de litio, uranio y tierras raras. El lobby energĆ©tico y minero norteamericano no oculta su interĆ©s: necesita un gobierno dócil que legisle a su favor y que exhiba fortaleza institucional, aunque sea de cartón. Y eso explica el apuro por pintar el mapa de violeta.
El oficialismo sabe que no obtendrĆ” una mayorĆa propia en el Congreso. Por eso busca ganar perdiendo: que el relato audiovisual de la noche electoral instale la idea de un triunfo moral, suficiente para calmar a los mercados y contentar a sus tutores extranjeros. La DINE, al querer contabilizar los votos āpor frentes nacionalesā y no por distritos, se convierte en un engranaje de esa estrategia: una manipulación institucional para sostener una dependencia geopolĆtica.
El peronismo, que se presenta con diversos sellos provinciales, serĆ” fragmentado artificialmente para mostrarlo mĆ”s dĆ©bil. En Córdoba, donde Natalia de la Sota y Pablo Carro podrĆan superar ampliamente a los libertarios, el resultado podrĆa mostrarse invertido. En Chaco, donde las listas peronistas sumadas superarĆan a Milei, aparecerĆ” como una derrota. Es el mapa digital al servicio del relato imperial: un paĆs en pantalla que no existe en la realidad.
La Casa Rosada confunde soberanĆa con propaganda. Pretende convencer a la Argentina de que sigue siendo libre, mientras recibe órdenes de Washington sobre cómo contar sus votos. No hay transparencia posible cuando los resultados se ajustan a las exigencias de otro paĆs.
En el fondo, el problema no es sólo electoral: es polĆtico y moral. Un gobierno que necesita mentir para sobrevivir ya no gobierna; apenas obedece.
Y asĆ, entre la manipulación de la DINE y el āpacto de gobernabilidadā que se cocina fuera de nuestras fronteras, el oficialismo parece dispuesto a entregar hasta el sentido mismo de la democracia. Porque lo que estĆ” en juego no es el color del mapa, sino la verdad de los pueblos.
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"La historia no se borra, la memoria no se clausura, la justicia no se negocia, la soberanĆa no se entrega y la apatĆa es la derrota que ningĆŗn pueblo puede permitirse."
*JosĆ© āPepeā Armaleo ā Militante, abogado, magĆster en Derechos Humanos, integrante del Centro Arturo Sampay y de Primero Vicente López.
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