Engaño oficial: disfrazar una derrota manipulando resultados electorales
- Editorial Tobel
- 20 oct
- 3 Min. de lectura
La Dirección Nacional Electoral (DINE), a pedido del gobierno, prepara una maniobra inédita: contabilizar los votos como si la Argentina fuera un distrito único, a modo de favorecer a La Libertad Avanza.

Columna de Opinión
Por: José "Pepe" Armaleo*
A una semana de las elecciones legislativas, el Gobierno se juega más que un resultado: necesita exhibir una imagen de fortaleza para sus socios externos. Con el respaldo de Estados Unidos atado a la “estabilidad política” y al cumplimiento del plan de reformas exigido por las corporaciones norteamericanas, la Casa Rosada intenta maquillar una derrota y convertirla en relato. La Dirección Nacional Electoral (DINE) prepara una maniobra inédita: contabilizar los votos como si la Argentina fuera un distrito único, favoreciendo a La Libertad Avanza -único frente con denominación homogénea- y fragmentando al peronismo en sus variantes provinciales. El objetivo no es estadístico sino político: mostrar una victoria donde no la hay, sostener el mito del liderazgo libertario y mantener viva la promesa de obediencia ante Washington.
El Gobierno libertario enfrenta la elección del 26 de octubre como si se tratara de una cuestión de supervivencia. No porque tema al voto popular -al que ya ha despreciado en más de una ocasión-, sino porque necesita mostrarle a Washington una foto de gobernabilidad. La Casa Blanca, sus bancos y sus corporaciones no piden libertad, sino estabilidad para sus negocios. Y el presidente argentino parece dispuesto a ofrecerles cualquier cosa, incluso un resultado electoral dibujado.
La maniobra que impulsa la Dirección Nacional Electoral (DINE) no puede entenderse fuera de ese contexto. Presentar el escrutinio provisorio como si la Argentina fuera un “distrito único” es un intento burdo de mostrar a La Libertad Avanza como ganadora nacional aun cuando pierda en la mayoría de las provincias. En otras palabras: fabricar un relato de victoria para consumo externo.
Porque en los despachos de Washington no importa si Milei gana o pierde en Tucumán o en Córdoba. Importa si puede sostener su programa económico, vetar leyes, garantizar el RIGI y entregar sin trabas los recursos naturales que las empresas norteamericanas vienen a buscar. Por eso la orden es clara: “alcanzar el tercio para defender las medidas”. El resto es marketing.
Mientras el país discute cómo se contarán los votos, el verdadero conteo se hace en dólares y toneladas de litio, uranio y tierras raras. El lobby energético y minero norteamericano no oculta su interés: necesita un gobierno dócil que legisle a su favor y que exhiba fortaleza institucional, aunque sea de cartón. Y eso explica el apuro por pintar el mapa de violeta.
El oficialismo sabe que no obtendrá una mayoría propia en el Congreso. Por eso busca ganar perdiendo: que el relato audiovisual de la noche electoral instale la idea de un triunfo moral, suficiente para calmar a los mercados y contentar a sus tutores extranjeros. La DINE, al querer contabilizar los votos “por frentes nacionales” y no por distritos, se convierte en un engranaje de esa estrategia: una manipulación institucional para sostener una dependencia geopolítica.
El peronismo, que se presenta con diversos sellos provinciales, será fragmentado artificialmente para mostrarlo más débil. En Córdoba, donde Natalia de la Sota y Pablo Carro podrían superar ampliamente a los libertarios, el resultado podría mostrarse invertido. En Chaco, donde las listas peronistas sumadas superarían a Milei, aparecerá como una derrota. Es el mapa digital al servicio del relato imperial: un país en pantalla que no existe en la realidad.
La Casa Rosada confunde soberanía con propaganda. Pretende convencer a la Argentina de que sigue siendo libre, mientras recibe órdenes de Washington sobre cómo contar sus votos. No hay transparencia posible cuando los resultados se ajustan a las exigencias de otro país.
En el fondo, el problema no es sólo electoral: es político y moral. Un gobierno que necesita mentir para sobrevivir ya no gobierna; apenas obedece.
Y así, entre la manipulación de la DINE y el “pacto de gobernabilidad” que se cocina fuera de nuestras fronteras, el oficialismo parece dispuesto a entregar hasta el sentido mismo de la democracia. Porque lo que está en juego no es el color del mapa, sino la verdad de los pueblos.
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"La historia no se borra, la memoria no se clausura, la justicia no se negocia, la soberanía no se entrega y la apatía es la derrota que ningún pueblo puede permitirse."
*José “Pepe” Armaleo – Militante, abogado, magíster en Derechos Humanos, integrante del Centro Arturo Sampay y de Primero Vicente López.













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