En medio del caos y "destrucción planificada" peronistas y radicales deberían reinventarse por el bien del país
- Editorial Tobel
- hace 4 horas
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Lejos de haberse extinguido, el justicialismo vuelve a mostrarse como la única fuerza con músculo y capacidad real de reconstrucción nacional.

Juan Domingo Perón abre las puertas de su casa en Gaspar Campos en Vicente López para recibir al presidente de la UCR. Había que "reconstruir el país, al hombre" dijo, en aquel entonces (72), el conductor del justicialismo. La historia se repite, sólo que de la mano de una ultraderecha violenta y autoritaria.
Columna de Opinión
José "Pepe" Armaleo*
En una Argentina atravesada por el experimento anarco-liberal y la disolución del viejo sistema de partidos, el caos parece haber reemplazado a la grieta como nuevo eje político. Pero el peronismo, lejos de haberse extinguido, vuelve a mostrarse como la única fuerza con capacidad real de reconstrucción nacional. Aunque herido, disperso y tensionado, guarda en su matriz la potencia de siempre: la organización del pueblo como respuesta a la crisis.
La nota de Ignacio Fidanza que analiza las elecciones del domingo deja flotando una tesis: estamos entrando en una etapa política que ya no se ordena por la grieta, sino por el caos. La irrupción de Javier Milei desarmó los viejos bandos. Kirchnerismo, Macrismo y Radicalismo entraron en zonas de desconcierto. Sin embargo, el caos no sólo desintegra, también revela: cuando el orden se rompe, queda expuesta la verdadera capacidad de cada fuerza para dar respuestas.
Fidanza advierte, con razón, que el peronismo está golpeado, especialmente en las provincias del norte donde otrora fue hegemónico. Pero también reconoce un hecho revelador: a pesar de su fortaleza electoral, Milei pierde elecciones. No logra transformar imagen en estructura. No hay poder sin territorialidad. Y eso lo sabemos bien nosotros.
El peronismo no atraviesa por primera vez una crisis de representación. No es nuevo este momento de repliegue o confusión. Pero si hay algo que la historia nos ha enseñado es que el peronismo sabe reinventarse, aún desde sus cenizas. Como el ave Fénix, resurge cuando todos lo dan por muerto, porque no es sólo un partido: es el Nombre Político de la esperanza de millones.
En paralelo, la UCR, aunque sin proyecto nacional, demuestra fuerza en sus territorios. El PRO se diluye. Y Milei, sin red política, depende exclusivamente de su figura. En ese contexto, el peronismo aparece como la única fuerza con posibilidad real de volver a articular representación nacional, si logra superar su etapa actual de dispersión y fragmentación.
La apatía que se expresó con claridad este domingo en las urnas -a través de un alto nivel de abstención- debe interpelarnos con fuerza. Porque allí donde hay resignación, debe aparecer una voz política que diga que se puede. Que otro país es posible. Que no está todo perdido.
Y esa voz sólo puede ser creíble si se construye desde abajo. Desde las organizaciones libres del pueblo. Desde la unidad básica, la cooperativa, el centro cultural, las Universidades, la olla popular, la red solidaria, desde el subsuelo de la patria sublevada.
Más que enfrascarnos en las disputas internas o en la nostalgia de liderazgos pasados, tenemos que mirar por encima de las internas partidarias y asumir que sólo la organización puede revertir la apatía que hoy paraliza a nuestro pueblo.
El peronismo no puede limitarse a esperar tiempos mejores: tiene que construirlos. Con organización, con pueblo y con coraje.
Porque el poder no es un lugar al que se accede por mérito o herencia, es una construcción colectiva.
No se declama: se construye, se disputa y se toma. Y cuando ese poder se pone al servicio del pueblo, deja de ser una herramienta de unos pocos para transformarse en el Proyecto Nacional.
*José “Pepe” Armaleo – Militante, abogado, magíster en Derechos Humanos, integrante del Centro de Estudio de la Realidad Social y Política Argentina, Arturo Sampay.
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