El plan de disciplinamiento del neoliberalismo
- Editorial Tobel
- 24 sept
- 3 Min. de lectura
El endeudamiento externo y la ola de cesantías en el Estado no son hechos aislados, sino dos caras de una misma política de entrega: consolidar la dependencia, quebrar la organización social y disciplinar a los trabajadores. La soberanía argentina se juega tanto en las negociaciones con Washington como en la defensa de cada empleo público.

Columna de Opinión:
Por: José "Pepe" Armaleo*
Lo que el gobierno de Milei presenta como una salida “técnica” a la crisis económica no es más que la repetición de un libreto clásico: cuando los liberales se quedan sin aire recurren al endeudamiento con el extranjero. No buscan soluciones argentinas, buscan tutores. Y esos tutores -sea el FMI, Wall Street o directamente el Tesoro norteamericano- nunca prestan gratis: se cobran en soberanía lo que ofrecen en dólares.
Cada empréstito de nuestra historia cargó el mismo sello: pan para hoy, hambre para mañana. Desde el Baring Brothers en el siglo XIX hasta los acuerdos más recientes con el FMI, la lógica siempre fue hipotecar el futuro. Hoy, con un país sin reservas, con inflación en alza y con un modelo que se reduce a la motosierra y la represión, el endeudamiento vuelve a presentarse como “tabla de salvación”. Pero detrás de cada cláusula se esconde la entrega: litio, agua, tierras, Atlántico Sur.
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Lo más grave es que el gobierno intenta consumar este acuerdo sin pasar por el Congreso, como si se tratara de un trámite administrativo y no de una decisión de Estado que compromete generaciones. La deuda sin autorización legislativa es ilegítima; y la deuda que compromete recursos naturales, directamente criminal. El problema no es financiero, es político: un gobierno sin proyecto nacional actúa como gestor de intereses ajenos.
En paralelo se ejecuta el otro brazo del plan de disciplinamiento: la ola de despidos en el Estado. Los 800 trabajadores cesanteados de planta permanente en el ex Ministerio de Desarrollo Social lo saben mejor que nadie. Mujeres embarazadas, sobrevivientes de enfermedades graves, empleados que rindieron concursos y acreditaron méritos, todos expulsados con la misma violencia burocrática: primero el pase a “disponibilidad”, luego meses de silencio y finalmente el despido sin explicaciones.
La Ley Bases le dio a Milei la herramienta legal para suspender la estabilidad de la planta permanente, pero el objetivo real no es “optimizar recursos humanos” sino infundir miedo. Se trata de quebrar la idea misma de derechos adquiridos, para que los trabajadores duden en reclamar. El disciplinamiento no se mide sólo en la pérdida de empleo, sino en la pedagogía del miedo que instala sobre el conjunto de la sociedad.
Por eso, no se trata sólo de la continuidad de un gobierno. Lo que está en juego es si la Argentina será un país soberano o un enclave subordinado a las potencias. El endeudamiento externo y la represión laboral son parte de un mismo proyecto: consolidar la dependencia y desarmar la resistencia popular.
La respuesta debe ser clara: movilización, organización y memoria histórica. Porque cada vez que se hipotecó el país, el costo lo pagaron los trabajadores. Y porque la soberanía no se negocia: se defiende en presente, con la misma consigna de siempre, vigente y urgente hoy más que nunca: soberanía política, independencia económica y justicia social.
"La historia no se borra, la memoria no se clausura, la justicia no se negocia, la soberanía no se entrega y la apatía es la derrota que ningún pueblo puede permitirse".
*José “Pepe” Armaleo – Militante, abogado, magíster en Derechos Humanos, integrante del Centro Arturo Sampay y de Primero Vicente López.












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