El “cuerpo perfecto”: preocupación por el consumo de fármacos para adelgazar
- Editorial Tobel
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“Ni soluciones mágicas ni productos milagrosos: el llamado a humanizar la alimentación frente al negocio de los suplementos”, advierten desde el Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires.

“Observamos con preocupación la creciente difusión y uso de productos farmacológicos para el descenso de peso y el tratamiento de la obesidad”, aseguró la presidenta del Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires, Laura Salzman. La preocupación de la profesional tiene razón de ser frente a lo que el Colegio analiza, y la realidad impone, que es el auge y la “masividad de las redes sociales” y la promesa de un “cuerpo perfecto” impulsan un consumo de fármacos para adelgazar que ya enciende las alarmas. Un consumo alentado por cambios de épocas, donde se prioriza la estética sobre el pensamiento y la sensibilidad social. Se alienta la cultura hedonista, la individualidad.
De acuerdo con lo explicado por el Colegio de Nutricionistas, detrás de la pérdida de peso sin control médico “se esconde una amenaza directa al bienestar emocional de las personas y al simple placer de sentarse a comer”. Esta creciente difusión y uso de productos farmacológicos para el descenso de peso -muchas veces sin la debida prescripción médica- “está empujando a la sociedad hacia un terreno peligroso donde la salud se confunde con la estética a cualquier precio”.
“Observamos con preocupación la creciente difusión y uso de productos farmacológicos para el descenso de peso y el tratamiento de la obesidad, muchas veces sin la debida prescripción médica ni el abordaje integral que estas problemáticas requieren. Esta medicalización de la alimentación y del cuerpo suele desplazar una dimensión central del comer: el placer, el disfrute y la relación consciente con los alimentos reales”, aseguró la presidenta del Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires, Laura Salzman. Y agregó: “el uso inadecuado de la farmacología no sólo puede poner en riesgo la salud física, sino que también refuerza paradigmas de belleza hegemónicos y excluyentes, con un impacto negativo especialmente fuerte en la salud mental y el bienestar de niñas, niños y jóvenes”.
De esta manera, la medicalización de la alimentación está borrando del mapa una dimensión humana fundamental. Al reducir el cuerpo a un organismo que debe ser intervenido para encoger, se desplaza el placer, el disfrute y la relación consciente con los alimentos reales. La comida deja de ser una fuente de energía y cultura para transformarse en un "problema" que sólo la farmacología puede resolver, eliminando la conexión natural con lo que ingerimos.
En ese sentido, Salzman señaló que “como nutricionistas creemos necesario reivindicar la humanización de la comida, especialmente en un contexto donde muchas veces prevalece la lógica del negocio, del consumo fragmentado de nutrientes o de soluciones rápidas desvinculadas de los procesos reales de cuidado de la salud. Reconocemos que la suplementación nutricional tiene un rol importante y valioso en situaciones específicas, para determinados grupos, condiciones de salud y etapas de la vida, siempre que esté adecuadamente indicada y acompañada por profesionales. Sin embargo, nos preocupa la promoción del consumo masivo, indiscriminado y sin supervisión, como si se tratara de una recomendación válida para toda la población”.
Las y los profeionales del Colegio entienden que “la mesa de los argentinos parece estar sufriendo una metamorfosis. Lo que antes era un plato de comida, hoy se ve cada vez más desplazado por frascos, polvos concentrados y píldoras que prometen resultados inmediatos”. En este marco, el Colegio propone “unas fiestas más humanas, donde la comida vuelva a ser encuentro, disfrute y cuidado; donde se pueda recuperar el placer por la comida real, casera y de calidad, elaborada con tiempo, saberes y afecto; donde se prioricen los alimentos ricos, sabrosos, caseros y de calidad; donde compartir una mesa sea también compartir tiempo, palabras, abrazos y afecto”.
Finalmente, la institución concluye: “que estas fiestas nos encuentren reflexionando como sociedad sobre el derecho a una alimentación adecuada, y renovando el compromiso para que todas las personas puedan acceder, con dignidad, a un plato de comida que nutra el cuerpo y también el corazón”.












