Cristina, el collar y el perro: organización contra la entrega

Durante el plenario de Primero la Patria, la presidenta del PJ desnudó la trama de la corrupción narco-capitalista que atraviesa al gobierno libertario. Y convocó a organizarse para dar la gran batalla.

Columna de Opinión

Por: José "Pepe" Armaleo

En su mensaje al plenario de Primero la Patria, Cristina Fernández de Kirchner desnuda la trama política y moral del oficialismo: corrupción, narco-financiamiento, sumisión a Estados Unidos y complicidad judicial. Frente a la entrega de Milei y Espert, la alternativa no es sólo la denuncia, sino la construcción de un proyecto nacional con raíces éticas, justicia social y soberanía política.

El discurso grabado de Cristina no fue un gesto aislado: fue una intervención estratégica en un momento donde el gobierno profundiza la represión, la entrega y el saqueo. Con precisión política, definió al adversario no sólo como un problema económico sino como un proyecto de degradación moral que convierte a la política en un negocio y a la justicia en un instrumento de persecución.

Cuando dijo “no eran anarco-capitalistas, eran narco-capitalistas”, no buscó la ocurrencia fácil: condensó en una frase el verdadero rostro de Milei y Espert, sostenidos por capitales turbios y protegidos por un poder judicial que actúa como garante del sistema. Esa denuncia no puede quedar en la superficie: debe transformarse en bandera de la militancia, en motor de organización y en causa nacional.

Cristina también recolocó el eje en la Corte Suprema. La selectividad judicial no es un desliz técnico: es la estructura de un régimen que garantiza la impunidad de los poderosos y la persecución de los líderes populares. Nombrar al partido judicial es un acto de pedagogía política que vuelve comprensible para el pueblo dónde está el verdadero obstáculo para la democracia.

Pero el mensaje no se agotó en la crítica. Fue una convocatoria. Habló de organización, de manos a la obra, de devolver esperanza a un pueblo golpeado. Señaló que Milei no sólo entrega la economía: entrega la dignidad de la Argentina con cada gesto de sumisión, como el bochornoso episodio del tuit de Trump. Esa imagen no es anecdótica: simboliza la dependencia cultural y económica, el collar que nos ata al Tesoro norteamericano como antes nos ataron al FMI.

La definición es clara: no basta con cambiar de amo, hay que romper la cadena. La verdadera disputa es por soberanía.

Hoy, la política nacional enfrenta una encrucijada histórica. O se resigna a la colonia neoliberal, disfrazada de libertad de mercado, o se organiza para reconstruir un proyecto nacional, popular y latinoamericano, capaz de enfrentar al capital financiero y a la derecha colonizadora. No hay margen para la neutralidad: la lucha es entre la entrega y la soberanía, entre el individualismo y la justicia social, entre la sumisión y la dignidad.

Por eso, el mensaje de Cristina articula tres ejes fundamentales: denuncia de la corrupción y la complicidad judicial, crítica al modelo de dependencia que vacía al país, y convocatoria a la militancia para organizarse y dar batalla. Si logramos que esos tres puntos se conviertan en acción política, allí estará la semilla de la alternativa.

El desafío es enorme, pero la historia lo demuestra: cuando el pueblo se organiza, ningún poder extranjero ni gobierno entreguista puede detenerlo. Porque si Milei y Espert avanzan hacia el abismo, es la organización y la fuerza popular la que puede frenar la caída y abrir un nuevo ciclo. Y en ese sentido, Cristina volvió a marcar el camino: ética, soberanía y justicia social como cimientos de una Argentina verdaderamente libre.

Al que le quepa el sayo que se lo ponga.

"La historia no se borra, la memoria no se clausura, la justicia no se negocia, la soberanía no se entrega y la apatía es la derrota que ningún pueblo puede permitirse."

*José “Pepe” Armaleo – Militante, abogado, magíster en Derechos Humanos, integrante del Centro Arturo Sampay y de Primero Vicente López.