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Si Cristina “mató a Nisman”, ¿Milei mató al soldado?

  • Foto del escritor: Editorial Tobel
    Editorial Tobel
  • hace 1 hora
  • 2 Min. de lectura

El suicidio del soldado y custodia presidencial, Rodrigo Gómez, despierta múltiples interrogantes.


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Si el relato mediático generó en el imaginario popular que el cuestionable y vidrioso fiscal Alberto Nisman fue víctima de un atentado perpetrado, poco más, por la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner, el suicidio del soldado Rodrigo Gómez (21) en la Quinta de Olivos bien podría ser considerado por estas usinas mediáticas como un complot montado por los hermanos Milei. 


La intervención judicial sobre la muerte del soldado recayó en manos de la jueza federal Sandra Arroyo Salgado, exesposa de Nisman. Es la misma magistrada que entiende que su exmarido -estaban separados mucho antes de que se suicidara- fue víctima de un complot. A pesar de los peritajes que dejaron en claro que Nisman se disparó en el baño, aún dirigentes enrolados en el PRO y la ultraderecha (LLA), hoy socios en el gobierno, insisten con la teoría del complot.


El joven Rodrigo Gómez, oriundo de Misiones y asignado al Escuadrón Chacabuco del Regimiento de Granaderos a Caballo, todo indica, tenía deudas por un valor cercano a los 2 millones de pesos. Habría dejado una carta explicando su impotencia por no poder enfrentar dicha deuda.


Detrás del suicidio surgen diversas preguntas. Entre éstas saber qué nivel de controles permanentes, médicos y físicos se le realiza al personal uniformado que tiene que velar por la seguridad presidencial. Así como el joven resolvió su angustia por no poder llegar a fin de mes de la peor manera, también podría haber descargado su ira contra el presidente.


Un dato a considerar en este contexto es que los magros salarios en las fuerzas armadas llevaron a que más de 2000 uniformados pidieran la baja en busca de un mejor ingreso salarial. Y muchos de los que continúan bajo juramento militar deben recurrir al remis para sobrevivir.


Desafortunadamente, Rodrigo Gómez resolvió su crisis personal de la peor manera. Y abrió la puerta a reconsiderar todo lo que tenga que ver con la seguridad presidencial. Que, a la luz de  los acontecimientos, el presidente es custodiado con mucho circo y poca eficiencia.


Si el soldado, reiteramos, en vez de suicidarse descargaba su impotencia sobre Milei o sus “hijos de cuatro patas” (perros), otra sería la historia. O será cierto aquello que anda circulando por los muros de la Quinta de Olivos: que no fue un suicidio, fue un complot internacional de fuerzas del cielo porque el soldado vio lo que nunca tenía que haber visto. En el mundo Milei, todo es posible. El absurdo también.


Dentro de este contexto, el gobierno nacional, a modo de contener a los padres, le envió un pasaje en micro para que llegue a Buenos Aires a despedir a su hijo. No se conoce que el presidente Milei haya enviado las condolencias del caso.

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