Sebastián Galmarini: demasiadas pavadas para un solo dirigente y un sector de la política
- Editorial Tobel
- 20 abr 2023
- 2 Min. de lectura
Atendiendo la violenta verba del disputado ultra derechista Javier Milei y demás sectores antisistema

Frente a las constantes descalificaciones, agresiones y violencia verbal, y gestual, que manifiesta el diputado ultra derechista y antisistema cívico Javier MIlei, lo que genera empatía cuando no silencio de otros dirigentes, especialmente de Juntos, desde el peronismo se intenta valorar la política sobre este tipo de manifestaciones que poco y nada aportan. Al respecto, el dirigente Sebastián Galmarini (FR-FdT) dijo que “es muy preocupante y grave su violencia verbal, su nivel de misoginia”.
Galmarini, quien insiste en recrear un debate sensato y respetuoso, aquel que la derecha por lo vitos evita, expresó que “en muy preocupante y grave su violencia verbal, su nivel de misoginia y la cantidad de pavadas que repite sin parar, con cara de inteligente y formado”.
Y agrego: “Pero más tristeza me provoca que muchos argentinos crean sus fantasías y escuchen sus novelas con esperanza”.
La preocupación del sanisidrense no es muy distinta a la que atraviesa a millones de personas; acá y en el mundo enrtero. Sucede que en esto de generar un relato de que “la política es una mierda”, de que “son todos iguales”, cuando en realidad estas apreciaciones no son ciertas y solo sirven para socavar la credibilidad que implica la política como elemento transformador, aún cuando la dirigencia esta no está a la altura de las circunstancias, el desprestigiar oculta otra intención: destruir los partidos políticos.
De ahí en más, instalar, inventar dirigentes que, como aquellos falsos profeta, no hacen más que por conquistar la subjetividad de millones que consumieron el relato de que “la política es una mierda”. Estos falsos profetas son los que prometen despedir millones de personas, rebajar jubilaciones y salarios, eliminar las indemnizaciones laborales, proponen apertura indiscriminada de importaciones, cierre de hospitales y escuelas, eliminar el Banco Central y “eliminar” a todo aquel que piense o tenga sentimiento popular. De ahí la preocupación de dirigentes como Galmarini frente a estos discursos.
Es cierto, la política, o para ser más justo, ciertos dirigentes, no estuvieron ni están a la altura de las circunstancias. Pero, de ahi, a desprestigiar, ptetender destuir a toda la dirigencia, es como decir, porque en unhospitla hubo mala praxis hay que cerrarlo.












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