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San Isidro deshonra: entre asesinos y negacionistas la democracia quebrada

Nuevamente el Concejo Deliberante de San Isidro tiene en sus manos un proyecto para cambiarle el nombre a dos calles con apellidos de confesos asesinos. Perón y Alfonsín en el banco.



Una vez más, el Concejo Deliberante de San Isidro tiene en sus manos hacer cultura. Honrar la vida y, sobre todo, valorar el sentimiento democrático que debe reinar en toda sociedad respetuosa y tolerante. Ni más ni menos, tiene la ineludible responsabilidad de construir ciudadanía a partir de ejemplos contundentes, ejemplificadores. Tamaña responsabilidad para quienes se dicen representantes del pueblo y “gente de bien”, más aun dentro de un contexto nacional donde valores como nación, patria, república, educación, tolerancia y respeto en la diversidad no integran la agenda del gobierno nacional. De ahí la importancia que adquiere el proyecto presentado por el concejal Marcos Díaz (PJ-Unión por la Patria) tendiente a cambiarle el nombre a dos calles que llevan el apellido de dos confesos asesinos y dictadores: Pedro Eugenio Aramburu en Martínez y Eduardo Lonardi en Béccar, respectivamente.

 

En realidad, y tal cual Lo Nuestro lo viene señalando en plena soledad mediática, no es el primer Proyecto de Ordenanza que se presenta en el HCD. Desde hace décadas, y a través de distintos concejales, el Concejo Deliberante fue fiel testigo de un poder municipal -possismo y Juntos por el Cambio- que se opuso y rechazó, de manera sistemática, desterrar esos apellidos que tanto dañan  y nada aportan. Los fundamentos para vetar cada uno de los proyectos que ni siquiera llegaban al recinto para un merecido debate, vale recordar, eran: “la gente está acostumbrada a ese nombre, cambiarlo es un incordio, hay que notificar a empresas de servicios, a bancos, en fin, es un lío”.

 

Sin embargo, existen concejales que, por lo visto, entienden que naturalizar la violencia, la tortura, la intolerancia o reivindicar a una dictadura, como profesan desde el gobierno nacional, va a contramano de la democracia.

 

Como muestra de hipocresía o contradicción, el concejal Díaz, entre los fundamentos para modificar el nombre a ambas calles, rescata que “por intermedio de la Ordenanza Nº 8.649 del Partido de San Isidro, promulgada por el Decreto 993/2012, se prohíbe en el ámbito del municipio, el nombramiento de calles, avenidas, paseos y espacios públicos, plazas y monumentos que recuerden personalidades y/o funcionarios que hayan tenido participación en gobiernos que accedieron al poder a través de un Golpe de Estado”. Queda expuesto que en San Isidro, esto no se respeta.

 

“Aramburu fue uno de los propulsores de la autodenominada "Revolución Libertadora" que derrocó al gobierno constitucional del presidente General Juan Domingo Perón, el 16 de septiembre de 1955, tras bombardear la plaza de mayo repleta de ciudadanas y ciudadanos argentinos el 16 de junio del mismo año, y que designó como presidente de facto al General Eduardo Lonardi”, recuerda el concejal peronista al momento de fundamentar el proyecto. Proyecto que por el momento sólo tiene el respaldo del bloque de UxP. No así del resto. Y nada indica que la ultraderecha encarnada en La Libertad Avanza, al igual que los saltimbanquis de Convocación y Juntos por el Cambio, se vayan a inclinar por desterrar dos apellidos reñidos con valores democráticos; además fueron reconocidos asesinos.

 

El proyecto de Marcos Díaz dice, en su Artículo 1º.- Modifíquese en todo su recorrido el actual nombre de la calle Teniente General Pedro Eugenio Aramburu, de la localidad de Martínez, por el nombre “Presidente Raúl Alfonsín”. En tanto, el Artículo 2º.-  Modifíquese en todo su recorrido el actual nombre de la calle Teniente General Eduardo Lonardi, de la localidad de Béccar, por el nombre “Presidente Juan Domingo Perón”.

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