Olivos: sobremesa con Perón, Cooke y Ferla
- Editorial Tobel
- hace 15 horas
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Ante la falta de conducción política y de una mirada estratégica de país, hurgar en el pasado, rescatar “lo viejo”, aquello que nunca falla, se torna indispensable ante tanta crueldad.

Viejos son los caminos y continúan uniendo sueños y abriendo esperanzas
Columna de opinión
Por: José “Pepe” Armaleo*
Los viernes de encuentros políticos en casa suelen cerrar en calma. Esa noche, no. Al volver, me encontré con una escena imposible: Juan Domingo Perón, John William Cooke y Salvador Ferla conversaban en mi comedor como viejos amigos. Entendí, entre el asombro y la emoción, que no hablaban del pasado: estaban analizando los temas centrales de la semana. “Entre platos, vinos y memorias, la historia se volvió presente para desmenuzar la coyuntura que marca el pulso del país”.
Como todos los viernes nos reunimos en casa, alrededor de la mesa, los debates políticos se suceden en un ambiente que combina el fervor de las ideas con el aroma de una buena comida casera. Suelen estar Nora, Horacio, Fernando, Antonio, Melisa, Miguel, Diego, el Negro, German, Ricardo, Mimí, Néstor, Hipólito, Juampi, Fermín, Oscar y algún que otro invitado, imprescindibles en estas veladas, como lo están las risas y las diferencias que enriquecen las charlas.
La rutina al final de la noche es siempre la misma: acompañado por Fernando a llevar a Hipólito de regreso a su depto. Atravesamos juntos la ciudad y luego, inevitablemente, vuelvo a casa solo, con la mente llena de reflexiones que las conversaciones han dejado flotando.
Pero aquella noche, nada fue igual. El murmullo venía desde dentro de la casa, cálido y grave. Dudé un segundo, abrí la puerta y los vi: Perón, Cooke -dirigente peronista- y Ferla -historiador, vecino de Vicente López-, bajo la luz de la lámpara. El impulso de retroceder duró lo que tarda un parpadeo. Me hicieron señas de sentarme. “¿De qué están hablando?”, alcancé a decir. Perón sonrió: “de lo que importa ahora mismo: la política, la economía y la sociedad de esta semana”.
Política: la conducción en disputa
—La pregunta de siempre -abre Perón-: ¿quién conduce la Nación? Sin conducción estratégica, las coyunturas devoran cualquier táctica.
—Y sin poder propio en las bases -interrumpe Cooke-, la conducción se vuelve declamación. La semana lo muestra: gobiernos pendientes del guiño externo mientras el pueblo busca voz y herramienta. Organización o subordinación, no hay tercera vía.
—La neutralidad técnica es un mito -acota Ferla-. Cada “reforma” reedita la puja entre soberanía y dependencia. El lenguaje cambia; la estructura del conflicto, no.
Economía: el bolsillo y la renta
—La economía debe ordenar la vida de millones -dice Perón-. Si los salarios caen, las jubilaciones pierden y los precios corren, no es “sinceramiento”: es traslado de ingresos.
—El problema no es sólo el índice de inflación o el déficit fiscal -aprieta Cooke-. Es la renta: trabajo nacional que termina en la timba financiera. Sin palancas -crédito público, control del comercio exterior, regulación de flujos financieros-, el ajuste siempre cae sobre los mismos.
—La historia es clara -señala Ferla-: los ciclos de apertura irrestricta agrandan la brecha social y vuelven frágil la gobernabilidad. País sin industria es país sin ciudadanía plena.
Sociedad: entre apatía y organización
—La derrota más peligrosa es la apatía -advierte Perón-. Cuando el pueblo se resigna, se vacía la política.
—La salida no es moralina, es organización -replica Cooke-: sindicatos vivos, territorios cuidados, juventudes y culturas populares disputando sentido. Si no hablamos de cuadros, formación y proyecto, hablamos de nada.
—Y esa disputa también es memoria -cierra Ferla-: escuela pública, derechos sociales, tramas barriales. Allí late una ética compartida que resiste al individualismo de mercado.
Una lección vigente (y una advertencia)
El comedor fue, por un rato, una cátedra. Entendí que lo extraordinario no era su presencia, sino la vigencia de lo que decían. Perón volvió a tomar la palabra: —Cada semana se resume en lo esencial: soberanía o dependencia, justicia social o privilegio, organización popular o sometimiento. Ese es el parte de la coyuntura. Cooke añadió, seco: —Sin organización, no hay milagros. Y Ferla, casi en susurro: —La historia no espera; se la escribe. El anfitrión entendió que lo que pasa en el país no puede analizarse con liviandad: detrás de cada decisión hay pueblo, intereses y futuro.
“La historia no se borra, la memoria no se clausura, la justicia no se negocia, la soberanía no se entrega y la apatía es la derrota que ningún pueblo puede permitirse”.
*José “Pepe” Armaleo – Militante, abogado, magíster en Derechos Humanos, integrante del Centro Arturo Sampay y de Primero Vicente López.
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