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El boom de las proteínas: ¿Necesidad real o estrategia de mercado?

  • Foto del escritor: Editorial Tobel
    Editorial Tobel
  • 8 oct
  • 3 Min. de lectura

El Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires invita a reflexionar sobre el negocio, perjudicial para la salud, que gira en torno a productos que se ofrecen como “altos en proteínas”

 

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Desde hace décadas la población mundial viene siendo objeto de intensas campañas publicitarias promocionado el cuidado de la salud. El “sentirse bien”, “brillantes” y con cuerpos y figuras de la Magna Grecia. Se prioriza estas cuestiones antes que valores humanos, como resulta ser la cultura del respeto, del encuentro, del amor, de la solidaridad. Las empresas, a la hora de vender más, no dudan: seducen y en muchos casos engañan a través de los beneficios de ciertos productos.

En este sentido, el Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires advierte que en los últimos años, las góndolas de supermercados y farmacias se llenaron de productos  “altos en proteínas”: yogures, leches, barritas, panes y hasta snacks que prometen mejorar la salud y el rendimiento, aumentar la masa muscular o bajar de peso. “Esta tendencia responde a una percepción social de que las personas necesitan más proteínas de las que realmente consumen. Pero, ¿esto es realmente así?”, manifiestan desde el Colegio.


 “En la mayoría de los casos, esta preocupación está sobredimensionada y alimentada por estrategias de marketing de la industria alimentaria y farmacéutica. El negocio se sostiene en reforzar la idea de que las proteínas son la clave para un cuerpo “saludable” o “hegemónico”, instalando en la población mensajes que no siempre se ajustan a la evidencia científica”, aseguró la licenciada en Nutrición (MP ), Fernanda Delgado, secretaria del Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires.


¿Cuántas proteínas necesitamos realmente?


Delgado señala que para la población general, la recomendación es que entre un 15% y un 20% de la alimentación diaria provenga de proteínas, ya sean de origen animal o vegetal. Esto equivale, aproximadamente a entre 0,8 y 1 gramo por kilo de peso corporal en adultos sin situaciones especiales. Esta cantidad puede cubrirse perfectamente con una alimentación equilibrada.


Existen, también, situaciones particulares -como enfermedades específicas, deportistas de alto rendimiento o personas mayores con riesgo de pérdida de masa muscular- en las que puede ser necesario ajustar el aporte proteico. Pero se trata de indicaciones puntuales que deben ser individualizadas por profesionales de la nutrición y no por recomendaciones generalizables a toda la población.


Los productos que tienen proteínas “extra” no necesariamente son más saludables. Muchos de estos ultraprocesados vienen acompañados de exceso de sodio, azúcares agregados o grasas saturadas. Además, el consumo excesivo de proteínas puede desplazar otros nutrientes clave como la fibra, las vitaminas y los minerales, generando desequilibrios que impactan en la salud a largo plazo. En algunos casos, incluso, el exceso proteico puede sobrecargar órganos como riñones o hígado.

“Para cuidar la salud no hace falta perseguir modas ni suplementos costosos”, añade la profesional.


Dentro de este marco, el Colegio de Nutricionistas bonaerense sostiene que la clave sigue siendo cumplir con las cuatro leyes de la alimentación:

Cantidad suficiente: cubrir las necesidades energéticas


Calidad adecuada: incluir todos los nutrientes esenciales (proteínas, hidratos de carbono, grasas, vitaminas, minerales y fibra).


Armonía: mantener la proporción justa entre los distintos nutrientes. En la población general se recomienda aproximadamente 55% de hidratos de carbono, 15% de proteínas, 30% de grasas


Adecuación: respetar la edad, sexo, estado de salud, cultura y posibilidades económicas de cada persona.


“La salud no puede reducirse a un macronutriente ni a la apariencia física. La obsesión por el consumo de proteínas responde también a la presión social por alcanzar cuerpos que responden a un ideal estético hegemónico, reforzando estigmas que dañan la salud mental y emocional de la población. Necesitamos construir mensajes que promuevan hábitos saludables sin poner el foco exclusivo en el peso ni en un único nutriente”, señaló Delgado.


Y concluyó: “más que consumir productos ‘con extra de proteínas’, la población se beneficiará de una alimentación variada, basada en alimentos naturales, frutas, verduras, cereales integrales y legumbres, junto con actividad física y acompañamiento profesional. Y, sobre todo, de desarmar mitos que la industria aprovecha para vender soluciones rápidas que poco tienen que ver con el verdadero cuidado de la salud”.



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