Efecto Milei: soretes, ensobrados y degenerados sociales negaron $13.000 a jubilados
Finalmente, diputados oficialistas, con manos de radicales, lograron aprobar el veto presidencial que habilitaba un pequeño aumento a jubilados.
Matías Baglietto - Enfoque Rojo
Con una inflación que no baja, con el humo de gases disipados, pero con la dolorosa represión sobre la humanidad de pacíficos jubilados y miles de personas que se dieron cita en la Plaza de los Dos Congreso, la Cámara de Diputados ratificó el veto del presidente Javier Milei al aumento a los jubilados. Una victoria del oficialismo (87 votos) lograda con manos de diputados radicales, algunos de ellos fueron miembros informantes del proyecto de mejora jubilatoria y, sin embargo, se dieron vuelta, en pocas semanas, como un guante. El gobierno también logró manos del PRO, como era prevsible, y de legisladores peronistas de Tucumán. La votación cerró 153 en contra y 8 abstenciones que corresponden casi todas al bloque de Innovación Federal. Un dato llamativo fue que legisladores del PRO que respoden a Horacio Larreta, por caso, Alvaro Gpnzález, votaron por rechazar el veto de Milei.
De haberse consolidado la Ley impulsada por la oposición y de no haber persistido el oficialismo en la terquedad de negar una mejora a los haberes de jubilados y pensionados, en octubre habrían estado recibiendo 13.000 pesos más por mes; el haber mensual es de $234.000. Con sólo pensar que Ministros y Secretarios de Estado perciben salarios por arriba de los 5 millones de pesos mensuales, revela la distancia social e insensibilidad de quienes gobiernan. No por casualidad les cuesta tanto comprender el significado de Justicia Social.
El bloque de Encuentro Federal que conduce Miguel Ángel Pichetto, cercano al gobierno, emitió un comunicado en el que rechazan el veto y expresaron que "los jubilados merecen una recomposición y previsibilidad". En el mismo mensaje resaltaron que fueron "coherentes en nuestra defensa del equilibrio fiscal, mientras buscamos soluciones sostenibles para los jubilados" y respaldaron la iniciativa vetada. "Esta medida no sólo era razonable, sino también responsable, ya que existen los recursos necesarios para financiarla sin comprometer las cuentas públicas", apuntaron.
Si algo queda en claro en torno a la votación son dos ejes relevantes. Por un lado, que el intolerante, autoritario y agresivo presidente tenía razón: con votos de soretes y ensobrados (particularmente radicales y la abstención de libertarios) logró una victoria en el recinto. El otro eje que sale a la superficie es lo que algunos determinan como el comienzo del fin de un gobierno que privilegia a las tradicionales y conocidas castas a expensas del que trabaja y produce, de los humildes y de los jubilados.
No pocos de los jubilados que hoy se quejan y expresan malestar por no poder pagar luz, gas y otros servicios y tener la heladera vacía, y lo mismo sucede con el que trabaja o tiene un comercio o una Pyme que se habían entusiasmado con quien prometía que el costo lo pagaría la casta, están sufriendo en primera persona el ajuste. Un ajuste que promete profundizarse, por lo tanto, complicarle aún más la vida a la población, al ciudadano de a pie.
Así como la historia reciente da cuenta de gobiernos que no supieron o no quisieron leer adecuadamente la realidad, el actual vive enfrascado en el laberinto de las redes sociales.
La marcha de los jubilados es la bisagra, el punto límite que la población le puso al gobierno. Las calles hablan por sí solas. El ciudadano de a pie, los gremios, organizaciones sociales, colectivos culturales y una buena parte de la dirigencia política opositora le perdió el miedo al protocolo represivo del gobierno. Le perdió la confianza para dar paso a una nueva etapa de construcción social que, todo indica, está más próxima de ser el comienzo del fin del gobierno de los hermanos Milei. El 2025 será la oportunidad de demostrar si la construcción es lo suficientemente sólida y despersonalizada de vanidades.
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