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Camino costero, reserva ecológica e intolerancia

Comenzaron las obras cuando nadie lo imaginaba. Vecinos aducen que fueron defraudados

Foro; El actual camino se prolongara utilizando parte del terreno "ecológico", aducen agrupaciones vecinales

Por. Tano Armaleo.-Cuando días atrás la Secretaría de Obras Públicas de la Municipalidad de Vicente López daba inicio a una obra -una suerte de camino costero- utilizando parte de la Reserva Ecológica ubicada en La Lucila, Paraná a pocos metros del río, la puerta de la discordia y malestar de vecinos volvía a abatirse contra la pared. En realidad, si se hurga en la historia tejida en torno a la mentada Reserva, la puerta nunca fue cerrada. Siempre estuvo abierta a la intolerancia, arrogancia, falta de diálogo y atropello a los intereses de la comunidad. Capítulos que comienzan a escribirse con el intendente Enrique “Japonés” García y hoy encuentran nuevas líneas con Jorge Macri.

Hoy, la situación, tal cual la plantean numerosas agrupaciones vecinales, políticas como el Grupo Maipú, PS, Frente Grandes, ex concejales y actuales dirigentes políticos y sociales es que el camino en cuestión comenzó a construirse “sin la declaración de impacto ambiental imprescindible para avanzar con el proyecto, y a sólo tres días de que el intendente Jorge Macri anunciara la suspensión de las obras en el Paseo Costero para destinar los fondos a la lucha contra el Covid19”, asegura Flavia Affanni, integrante de la Agrupación Intervecinal del Puerto de Olivos (AIPO). Cabe recordar que el municipio habilitó una suerte de mesa de consenso donde convergían vecinos y autoridades municipales. Tal cual lo adelantado por Lo Nuestro, y según la carta enviada al intendente, la obra no contaba con el consenso de la mesa. Así como objetaron la falta de estudios ambientales, también aducen que “el camino podría hacerse por afuera pero la municipalidad no quiere modificar su proyecto. A cambio da una supuesta compensación de unos 1400 m² pero la rechazamos pues el área que se incorporaría pertenece a un parque público muy usado por vecinos y visitantes y además no posee el valor de conservación propio de una reserva ecológica. Hay que tener en cuenta que en Vicente López tenemos la décima parte de espacios verdes públicos sugeridos por la OMS”. Los argumentos esgrimidos por los vecinos, muchos de ellos se basan en estudios de profesionales provenientes de universidades públicas: ampliar nota en:Vicente López:una historia que no cierra

De acuerdo con el proyecto impuesto por el municipio, el camino en cuestión procura abrir una senda peatonal y de bicicletas ubicada entre la Reserva Ecológica y el Río de la Plata a fin de conectarlo con el barrio El Ceibo, un pequeño reducto habitacional enclavado sobre la costa: Bermúdez y el río. El objetivo del municipio es unir, integrar al barrio con el resto del paisaje costero. Al respecto, cabe mencionar que en dicho barrio, el año pasado se realizó una serie de mejoras urbanas: paseo, placita con juegos, una suerte de camino costero de libre acceso y un Centro de Salud.

El Ceibo, para los más veteranos, aquellos que pisan los 60 y más también, durante décadas era conocido como el Barrio Chino. Tanto que una de las calles, Vicente López y Planes, una pronunciada barranca que desemboca en las vías de lo que hoy es el Tren de la Costa, también se la denominaba barranca china.

Aún recuerdo, cuando de pibe armábamos la chatita, una suerte de karting con rulemanes, y nos deslizábamos por esa empinada barranca. ¡Por Dios, los golpes que nos dábamos!. Era una zona costera prácticamente abandonada, y como tal con los riesgos que esto implicaba. El tren Mitre, que unía Tigre con Retiro, había dejado de funcionar en 1961 de la mano del presidente Arturo Frondizi. Cuenta la historia, que presiones de empresas de colectivos, más precisamente de la línea 60, terminaron de persuadir al presidente de levantar el ramal: transportaba cerca de 1.100.000 personas al año. Muy de vez en cuando pasaba un tren carguero. Era todo un desafío caminar por esas vías abandonadas. Ver el río, un disfrute total. Todavía conservo aquellas rateadas escolares con los compañeros del Huerto de los Olivos, con Claudio Leveroni, César “Gallego” Rojas, Alejandro Consentino, Dany Dodds, Patricia Wuiller, Daniel Vernavá, entre tantos, yendo y viniendo por esos pastizales.

Foto: Un barrio que recibió obras y cambios urbanos relevantes, el camino intenta, dice el oficialismo, cerrar un círculo de integraciòn urbano-social

Lo que hoy se denomina Reserva Ecológica, en aquellos años, las vías prácticamente bordeaban la costa .Y en el barrio “Chino”, hoy El Ceibo, apenas asomaba un par de casillas de madera. Eran tierras fiscales ocupadas por gente amante del río, entre ellos Gerardo Puyela -gran e ilustre presidente del Club Sarmiento de Olivos- y sobre todo, por gente sin vivienda. Era una barriada que en aquel entonces, visto por ojos de pequeños burgueses, impartía temor. A diferencia de la costa lindante al puerto de Olivos, donde había playas muy tradicionales, en las inmediaciones de Paraná y el río, estaba distante de poder ser disfrutada como tal por la población.

Pasaron varias décadas y El Ceibo fue adquiriendo otro contorno social a partir de ir dejando atrás aquellas barracas de madera y dar lugar a las viviendas de ladrillo. Siempre en la precariedad urbana y sin contar con la titularidad de las tierras, la gente fue modificando y para bien el espacio. En plena dictadura hubo intentos para desalojarlos. La apetencia inmobiliaria quería esas valiosísimas tierras ubicadas en un lugar, hoy, de privilegio.

Llegó García a la intendencia, el panorama de los vecinos del barrio no cambió sustancialmente. 24 años al frente del municipio no fueron suficientes, para el intendente, a fin de garantizar la titularidad a los vecinos; tampoco aplicó mejoras urbanas para ser destacadas. Tampoco hicieron mucho los revolucionarios de papel, a pesar de tener el gobierno nacional y provincial al alcance de las manos.

Sin embargo, lo que sí hizo García fue entregar tierras costeras al Colegio Lincoln. Mediante una bochornosa sesión –y ordenanza de excepción mediante- en los años 90, y gracias al voto del oficialismo y de concejales peronistas, el colegio ligado a los intereses de los EE.UU, logra que tierras ubicadas frente a su propiedad, Paraná y río de la Plata, le fueran cedidas. La intención del establecimiento era construir un campo de deportes. Cuestión que logró. Tanto que le permitieron construir un puente que une el colegio con el campo de deportes, pasa sobre la calle Ramseyer. Así fue cómo se quedó con tierras costeras ubicadas entre el río y las vías del Mitre. A cambio, el Lincoln debía construir y cuidar lo que pasaría a denominarse Reserva Ecológica y ceder el campo de deportes al municipio. Sería un par de horas a la semana a fin de que alumnos de establecimientos públicos de Vicente López pudieran utilizarlo. Nada de eso sucedió. El Lincoln avanzó con el proyecto mientras un sector de la oposición, tal el caso del concejal Carlos Roberto (PS) y agrupaciones vecinales debieron masticar bronca ante los oídos sordos y arrogancia del intendente y de ediles oficialistas que decían “los que se quejan es un grupúsculo de vecinos”.

En el 2011 desembarca Jorge Macri en Vicente López. Muchos de aquellos que se cansaron de cuestionar a García por este tipo de avanzadas, y en particular por las constantes excepciones al Código Municipal, vieron en Macri la salida a la gloria. El triunfo parecía decir que no era tal grupúsculo de vecinos. Sin embargo, la realidad les devolvió la historia conocida. En definitiva, ambos comulgan con un mal que suelen tener ciertos dirigentes: la intolerancia basada tal vez en la arrogancia, que termina obnubilando e invalidando las opiniones ajenas.

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