¿Quién se hará cargo del deporte sin plata?
Tras la devastación del modelo Cambiemos
Por: Fernando Gañete Blasco.- Carlos Javier Mac Allister en su primer año al frente de la Secretaría de Deportes (2016) recibió un notable presupuesto de $ 1.315 millones (poco más de u$s 82 millones al cambio del momento), que lo convirtieron en el más alto para un ejercicio anual de la historia del deporte nacional. Su impericia administrativa hizo que subejecutara $ 392 millones, casi un tercio de lo que disponía.
Para 2017, si bien gozó de más fondos en valores relativos ($ 1.433,29 millones), la suba del dólar bajó el total a u$s 75 millones. La incapacidad administrativa lo hizo perder $ 165 millones, por lo que volvió a subejecutar el disponible, esta vez en un 12%.
Para 2018 deporte tuvo un notable recorte y en el Presupuesto anual se le asignó $ 1.097 millones (23% menos nominal), una suma que se incrementó hasta $ 1.284,7 millones sumando partidas adicionales pero que, en dólares, marcan un notable descenso (unos u$s 33 millones).
En 2019, no sólo la Secretaría de Deportes se transformó en Agencia de Deporte Nacional, sino que se redujo el presupuesto con respecto al 2018 en $ 106 millones, lo que significa apenas $ 991 millones. Promediando enero, con una cotización a $ 38, significaba unos U$S 26 millones. En la actualidad se reduce a U$S 15 millones. Se hace hincapié en la moneda estadounidense, porque muchos gastos son viajes, estadías, material y medicinas para los deportistas del mediano y alto rendimiento.
Este es el escenario con el que se encontrará quien asuma a partir del 10 de diciembre a cargo del deporte nacional, donde se presume que volverá a ser Secretaría de Deportes. Si bien con las urgencias con las que se encontrará el nuevo gobierno, el deporte parece una cuestión menor, es una herramienta importante como contención social. Esto, sin contemplar lo que ya el primer Ministro de Salud de la Nación le decía al entonces Presidente de la Nación, Juan Domingo Perón, el médico Ramón Carrillo, que un pueblo que practica deporte evita enfermedades, por lo que además ahorra en presupuesto de salud. Aquello que el médico santiagueño le decía a Perón y a Evita, muchas décadas más tardes universidades europeas concluyeron que un euro invertido en deporte ahorra 15 euros en salud a corto y mediano plazo y 50 a largo plazo.
Pero dura será la tarea del próximo encargado de deporte nacional con una caja vacía. Un compromiso como los Juegos Olímpicos de Tokio en el 2020, donde el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (ENARD) también cuenta con menos recursos.
Hasta el momento hay tres nombres que suenan para hacerse cargo. Por un lado, Matías Lammens, ex candidato a jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y presidente de San Lorenzo. Por otro lado Facundo Moyano, vicepresidente de la comisión de deporte de la Cámara de Diputados de la Nación, con experiencia en el fútbol como presidente de Alvarado de Mar del Plata y, quizá más atrás, se ubica Ion Uriarte, ex jugador de la Selección argentina de vóley y DT internacional.
En la carrera había largado con aparente ventaja Lammens, pero a la derrota por amplio margen en la ciudad, se le suma la mala campaña deportiva del club de Boedo, y rumores de problemas financieros. Es así como quien lleva ahora la delantera es el ex gremialista de los peajes. Por un lado, quedaría bien dándole un cargo al sector massista, y podría buscar calmar a la familia Moyano, dándole a uno de los hijos de Hugo un lugar de gestión para que haga sus primeras armas en un sector que puede darle visibilidad. Quizá Facundo, además podría sumar a Uriarte en el alto rendimiento y Moyano focalizarse más en lo que respecta al deporte social.
Pero todo esto son conjeturas. La última palabra la tendrá Alberto Fernández. El deporte, por lo mencionado anteriormente y otras razones, siempre fue un sector al que el peronismo le dio preponderancia, por lo que significa en valores, cultura, contención social y otras cuestiones que los gobiernos neoliberales sólo lo usaban para sacarse fotos con los protagonistas de determinadas victorias, aunque nunca hayan colaborado con nada como Estado.
