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Tres actos por el Día de la lealtad: ¿se están reproduciendo?.

La fecha histórica y fundacional del Justicialismo encuentra a la dirigencia del Frente de Todos dividida pero sin ánimo de romper.


“Estos dos están de culo, no se hablan”, graficaba un Ministro del gobierno nacional en relación al presidente Alberto Fernández y su vice, Cristina Fernández. El puente entre ambos dirigentes sigue siendo Sergio Massa que, con vuelo propio y en muy buena sintonía con La Cámpora, intenta pilotear la nave que vuelva entregar la esperanza a millones de personas. Aquella recreada al momento de que el Frente de Todos ganara las elecciones y asegurando que venimos a “mejorar la vida de los y las argentinas, especialmente de los que menos tiene”. Si bien es mucho lo que se ha hecho teniendo en cuenta de dónde se venía -gobierno de Juntos por el Cambio-, cierto es que la mentada distribución de la riqueza sigue quedando en manos de unos pocos mientras millones la padecen. Es en este marco, en que el peronismo celebra el 17 de octubre, “Día de la lealtad”. Lo hará a través de tres actos en distintos: el de la CGT; el de un importante sector del Movimiento Obrero (camioneros, CTA) junto el PJ de la provincia de Buenos Aires y, un tercer acto motorizado por el Movimiento Evita. Ni el presidente ni Cristina comprometieron ser parte de alguno de los actos.


Se podrá decir que lo celebran y recuerdan de manera desunida, desorganizada, pero envalentonados en saber que sin unidad no habrá urna que resista un nuevo avance de la derecha. Derecha, la de Juntos por el Cambio, que acaba de anunciar que, de ganar, motorizarán un plan de masivo de despido de empleados estatales, en todos los niveles, el cierre de Telam, canal 7, Aerolínea Argentinas la privatización de YPF, el desfinanciamiento de ARSAT, y la venta de miles de hectáreas en manos del Estado, entre otros puntos.


El envalentonamiento de los “descamisados”, de los “cabecitas negras”, de los y las trabajadoras, de los científicos y profesionales de la salud que tanto dieron durante la pandemia, sectores estos que tanto detesta la derecha antisistema, proviene precisamente en “hacer todo lo que este a nuestro alcance para que el Frente siga unido, caso contrario nos devoran los de afuera”.


Quienes conocen el largo derrotero del peronismo, aseguran que lo que hoy se presenta como una división, los tres actos son una muestra, se debe leer como un reposicionamiento con miras a las elecciones del 2023. Sin salirse del redil que impone la realidad política, el peronismo -principal combustible que alimenta al Frente de Todos- no está haciendo ni más ni menos que aquello tanto explicaba Juan Domingo Perón: nosotros somos como los gatos, cuando nos peleamos, en realidad nos estamos reproduciendo.


Si bien el Frente de Todos tuvo y tiene una falla estructural de base por no haber creado una dinámica institucional de construcción colectiva (es una coalición que tres líneas políticas), aún conserva un liderazgo relevante y aglutinador como es la figura de CFK, un crack tal cual la definiera recientemente Fernando “Pato” Galmarini. “Sin ella no se puede ganar, con ella sola no alcanza”, es una suerte de máxima que surge cuando se analizan las variantes electorales. Queda claro que la vice es una gran ordenadora y conductora política que ha demostrado no necesitar poder institucional para construir política.


Seguramente, el triunfo radique en la necesidad de mantenerse unidos bajo un claro programa político que saque a millones de argentinos de la pobreza e indigencia, que recupere salarios y soberanía, y que la mentada distribución de la riqueza sea una realidad efectiva.


“El problema no es marchar y movilizarnos por distintas calles, reclamando, criticando, exigiendo y proponiendo, el tema es si desembocamos en el mismo escenario”, confían en la cercanía del Ministro Gabriel Katopodis.

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