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Sergio Massa, y el FdT, con una sola bala, tal vez la última

Lo que está en juego es el modelo. De ahí la importancia en dotar al gobierno de una fuerte agenda política que resuelva la coyuntura económica-social


Todo indica que la llegada de Sergio Massa a la gestión gubernamental es una realidad efectiva que abre una ventana a las expectativas, y a una ansiada esperanza oficialista. Imprescindibles -estas dos cuestiones-para alentar a la tropa propia, y elevar la autoestima de la población. Y, sobre todo, ordenar la agenda oficial. Por cuestiones de calendario político y electoral, el desembarco de Massa podría ser la última bala de plata que le queda al gobierno del Frente de Todos teniendo en cuenta las elecciones del 2023 y lo que en ella se juega: la definición de dos modelos. Tema, este que es lo que por esta, horas está en puja sobre el tapete. No es la inflación, no son las retenciones, en el rol del Estado lo que se discute.


Mientras por estas horas las placas tectónicas del gobierno se acomodan, bonos, acciones y el riesgo país, muestran datos en favor del país, la expectativas son mayúsculas en los “benditos mercados”, que en realidad, son un puñado de mercenarios del Dios Dinero.Lo mismo sucede en una buena porción de la población.

También es cierto que existen ciertas reservas en sectores del FdT. Por la propia dinámica e impronta política con la que se maneja Sergio Massa, algunos temen que esto pueda introducirle al gobierno un cuño que no es precisamente aquel por el cual el Frente de Todos logró la victoria electoral en 2019. A esta altura del partido, queda en claro que el tigrense comprendió, al igual que Cristina Kirchner que el destino del FdT radica en “unidad en la acción”. Acción política cargada de pragmatismo. Aquel que permitirá recuperar la agenda política y de ahí en más, avanzar con medidas concretas en materia económica. Si de pragmatismo se trata, el presidente de la Cámara baja no se diferencia del kirchnerismo. Con solo pensar que Néstor Kirchner sumó a Martín Redrado, a Migue Pesce, se banco el arrime de Aldo Rico y que Cristina se tuvo que fumar a Julio Cobos, e impulso a Alberto Fernández, queda en claro esto del pragmatismo, que tanto caracteriza a los peronistas cuando salvar a la patria se trata, volverá a imperar en el escenario.


Indicadores privados, por caso los de la UIA, los de la Cámara Argentina de la Construcción, los de productores y exportadores de aceite y harinas como la Cámara de la Industria Metalúrgica, al igual que el INDEC, señalan índices positivos en la mayoría de las variables económicas.

El tema de fondo es político. No es económico.


Es una fuerte y grosera pulseada generada por un puñado de empresarios, un poder judicial condescendiente con el poder real, entre ellos el mediático, y una derecha política que huele sangre y avanza sin pudor.


La pelea de fondo es por el modelo. O son los mercados que fijan y marcan la agenda, o es el Estado quien ordena y regula los excesos de los mercados, y resguarda y amplia derechos para la población. Si esta pulseada se la llevan los mercados, Massa será otra pieza que se come la derecha desestabilizadora. La misma que desde hace siglos puja por controlar los destinos del país. Nada nuevo bajo el sol. La diferencia es que en tiempos no tan lejanos, recurrían a los golpes de Estado para desplazar a gobiernos democráticos con alta sensibilidad social. Ahora, cuentan con el Poder Judicial y misiles mediáticos de alto alcance, y un sector de la población dominada por falsos relatos.


Sergio Massa, que de gil no tiene nada, y dejó hace tiempo atrás arrogancias juveniles, ha demostrado alta capacidad a la hora de navegar por estos mares repletos de tiburones y gorilas hambrientos.

El desafío que tiene él en particular, y el conjunto del Frente de Todos en no dejarlo sólo, es mayúsculo. Su buena gestión -tema que ha demostrado con méritos en la ANSES, en la intendencia de Tigre y en la Cámara baja- seguramente le otorga un 50% de ventaja. El otro porcentaje lo deberá lograr con respaldo de todo el Frente de Todos. Y también con la articulación entre sectores que no abrevan precisamente del oficialismo.

Massa no se juega su destino. Es evidente que el suyo está sujeto al éxito del gobierno. En definitiva, lo que se dirime es la lucha de dos modelos. Llegado el caso, su fracaso será el de todo el FdT porque ya no habrá tiempo de descuento. De fracasar en el intento, las puertas del otro modelo, el neoliberal, habrá encontrado el camino alfombrado.

Deberá ser una nueva etapa del gobierno nacional en que la tibieza de “funcionarios que no funcionan” se aparte para dar paso al cierre de filas y aportar más que criticar.

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