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Patricia Bullrich y un pasado que oculta: la violencia como bandera de campaña

En el afán de complacer a un electorado se monta en promesas que alientan venganza y odio

Por. Tano Armaleo.-Nadie resiste un pasado, mucho menos un archivo. Suele decirse cuando alguien se presenta en sociedad omitiendo u ocultando su pasado. Lo puede hacer porque nadie se lo pregunta, o tal vez por vergüenza. O peor aún: para sacar ventaja. Esto se observa claramente en estos días cuando el calendario electoral está llamando a votar. Seguramente, el caso más grosero, en términos políticos, es el de Patricia Bullrich. Obvio, no es la única, o único. Sólo que en ella se refleja el lado oscuro de una empatía electoral difícil de comprender.


A diferencia de otros u otras dirigentes que por estas horas salen a la palestra a disputar las presidenciables, ella aún carga en su verba una preocupante violencia. A pesar de que fue testigo directo y blanco de la violencia estatal que se descargó sobre la juventud, en particular en la JP (Juventud Peronista), Bullrich hoy promete terminar con el peronismo. Es decir, aquella violencia estatal de acabar con el que piensa distinto vuelve a hacerse carne en la precandidata. Por lo visto, su pasado parece no contar. Mucho menos las muertes y desapariciones de 30 mil personas que generó la dictadura del 76.


Frente a este panorama electoral que promete “acabar con el peronismo” o “exterminarlo”, como dicen Javier Milei y José Luis Espert -algo similar practica Larreta-, que de por sí es violencia explícita, surge preguntarse ya si Bullrich renunció a la violencia que cargaba en sus años de rebelde de Barrio Norte.


El modelo que ella representa, neoliberalismo, viene con carga explosiva. No por casualdiad, la derecha se retroalimenta de la violecia que se proyecta en redes sociales.


La diferencia entre uno modelo y otros es que, el progresismo, el populismo, el peronismo, no tiene en su dirigencia la violencia como bandera de campaña o instrumento institucional, que es grave. La historia demuestar que fue la derecha quien cargo desde el aparato estatal, odio y venganza mediante, contra diirgentes: H. Yrigoyen, Perón, Illia, Alfonsín, por citar los más recientes


Frente a esto, cabe reflexionar por qué hay un sector de la sociedad que festeja que regrese el “terminar” o “exterminar” al que piensa distinto. Realmente, que una dirigenta que debiera tener responsabilidad política, pero sobre todo ética y respeto a las instituciones, tenga estos parámetros de conducta resulta sumamente preocupante.


Si por estas horas la intolerancia, el odio, la xenofobia, la discriminación y persecución política atraviesan a la humanidad a partir de dirigentes/as que en el afán de lograr votos terminan diciendo lo que la gente quiere escuchar y no lo que debiera decir, Argentina podría tener nuevamente, voto mediante, un gobierno connivente o, peor aún, artífice de la violencia apalancada desde el Estado.


Si el pasado de toda persona puede tener sus pliegues, idas y vueltas y naturales contradicciones, queda claro que Patricia Bullrich, y otros y otras más, en el afán de atender una clientela electoral que demanda venganza y carga odio, tal cual se ve en redes sociales, terminan renegando de su pasado al solo efecto, por lo visto, de complacer y seducir a un electorado.

Bullrich está dispuesta a todo, lo dice en su campaña: “es todo o nada”.


"Pensábamos que la violencia era el camino a la liberación", manifestó hace unos años atrás Patricia Bullrich, al momento de ser consultada por su militancia en la tendencia revolucionaria que tenía a la Juventud Peronista y Montoneros como referencia política.


Dice renunciar a la violencia como método de construcción política, sin embargo, en ese “es todo o nada” deja abierta la puerta a un preocupante autoritarismo. Imponerse sobre el otro sin querer entender que al otro día de las elecciones, en el hipotético caso de que las urnas le dieran la derecha, el que no acompañó el modelo que ella representa será su vecino, su comerciante, su docente, su jardinero, su médico. Deberá convivir con esa realidad, cuestión que no está dispuesta a materializar: “es todo o nada” para un sector de la población, le faltó decir


Si en este mundo en que un puñado de hombres que ejercen el poder (político y económico) viene erosionando la naturaleza, y empobreciendo a millones prometiendo derrame económico que nunca llega, hay que comprender que hay miles de millones que demandan sensatez y tolerancia. Por lo tanto, se torna incomprensible saber los motivos por los cuales se facilitan e impulsan modelos políticos que atentan contra la naturaleza y dignidad humana.


Te echan del trabajo sin motivos, no te indemnizan y salís a votar al verdugo, realmente es para el diván. Son como aquellos que cuestionan las megatorres y luego votan al que se las construye.

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