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Los crímenes de la Alianza y la matriz cambiemita

Con el objeto de imponer el neoliberalismo, el gobierno del radical Fernando de la Rúa entregaba el país a los designios del FMI. La crisis no tardó en dispararse. Aquella “semana trágica” de 2001 terminó con el asesinato de 39 personas y la renuncia del presidente. En el 2015, Juntos por el Cambio recrea el mismo escenario que hoy paga, y muy caro, la población a través del endeudamiento.

Foto: Policías cargan sobre la población


A 20 años de lo que bien podría definirse como una suerte de nueva “semana trágica”, acaecida ésta en enero de 1919 momento en que manos estatales cargan sobre obreros que manifestaba en las calles que derivó en el asesinato de más de 100 personas -en su mayoría trabajadores- por parte de aquel gobierno, el país recuerda los sucesos de diciembre de 2001 signada por la violencia e intolerancia estatal. Lo de diciembre de 2001 también fue una semana trágica. En la actualidad, la denominada derecha nacional y una izquierda gorilizada, pretenden cargar con un gobierno a modo de socavarlo y de ser posible, destituirlo. Si bien la “semana trágica” tuvo componentes sociales que merecerían un análisis aparte, lo que sucedía 20 años atrás, replicado luego en tiempos del gobierno de Juntos por el Cambio, tiene el mismo hilo conductor: endeudar al país y someterlo a ser mero productor de insumos agropecuarios.


Hace 20 años, el gobierno de la Alianza, con el radical Fernando de la Rúa al frente del PE y funcionarios como Patricia Bullrich, Hernán Lombardi, Darío Loperfido, Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal, Gerardo Morales, Enrique Matoff, Domingo Cavallo, por citar algunos, sometía al país a un terrible endeudamiento con el FMI. La síntesis de aquella política aliancista fue la destrucción social y económica del país. Todo terminó con una fuerte represión en Plaza de Mayo; fueron jornadas trágicas. Allí cargaron a tiros y bastonazos a Madres de Plaza de Mayo (estaban en la tradicional ronda de los jueves) y a miles de personas que de manera espontánea pretendía poner freno a la entrega y sometimiento del país. La virulencia estatal fue tal que el Estado nacional asesinó a 39 manifestantes.

Producto de semejante locura e incapacidad gubernamental, el presidente Fernando de la Rúa optó por la renuncia (21 de diciembre 2021), dejando un país incendiado y arruinado en todos los ámbitos.


Aquella matriz política, implementada por la Alianza, fue nuevamente replicada por el gobierno de Juntos por el Cambio. En el medio, hubo gobiernos como el de Néstor Kirchner que lograron sacar al país de cepo que impone el FMI: pagó 10 mil millones de dólares. Esto permitió recuperar la soberanía económica y poner el país en marcha.

Sin embargo, fue otra alianza, en este caso Juntos por el Cambio, que volvió a poner al país de rodilla. Lo hizo a través de un endeudamiento único en la historia del FMI: el organismo le entregó a aquel gobierno la friolera de 45 mil millones de dólares, el 30% de su caja. Entregó semejante cifra para “garantizar el triunfo electoral de Mauricio Macri”, tal cual confirmaron responsable de la entidad. Dinero, vale destacar, que nunca llegó a destino, a la inversión pública. Al decir del ex presidente Macri, sirvió para “bancar la fuga de capitales”.


Por esas cosas nada extrañas, por estas horas, el país asiste nuevamente a una matriz que se intenta forzar desde la derecha: acordar con el FMI sin miramientos. Antes lo hizo siendo gobierno, ahora lo intenta materializar con su rol opositor.


Una clara muestra de autoritarismo opositor fue lo que se manifestó, por caso, en el Congreso de la Nación al momento de rechazar el Presupuesto 2022 presentado por el gobierno del Frente de Todos. La izquierda también se sumó al rechazo. Si bien no es un drama nacional no contar con presupuesto, lo cierto es que detrás de la negativa persiste la intencionalidad de socavar el poder institucional del gobierno nacional con el objeto de volver a imponer la misma matriz –neoliberalismo- que impuso el radicalismo con el gobierno de la Alianza. La historia reciente también recuerda a Carlos Menem como otro hacedor de una matriz neoliberal. En definitiva, lo Menem, de la Rúa y Macri, cada uno a su turno, fue la continuidad de aquello que intentó materializar la dictadura cívico-militar del 76: imponer el neoliberalismo.


De algún modo, la contracara la constituye el gobierno del Frente de Todos que por esas cosas nada extraña intenta recrear otra matriz. Tanto que en la jornada del domingo el presidente Alberto Fernández, acompañado por el secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla Corti, encabezó el acto a las víctimas de la represión de los días 19 y 20 de diciembre de 2001, que se realizó en el frente de la Casa Rosada.

Foto: El presidente junto al titular de DH al momento de descubrir una placa que recuerda a los asesinados en aquellos días


Al respecto, Alberto Fernández señalaba que “el Estado está para hacer justicia, no para ser violento. Y menos para con los que reclaman legítimamente por sus derechos”, y llamó a “desterrar definitivamente cualquier forma de violencia institucional y seguir preservando los derechos que tenemos en una República de hablar libremente y de quejarnos libremente”, a la vez que enfatizó: “En verdad, lo que tiene que hacer el Estado es escuchar, no disparar tiros”.


En tanto, Pietragalla Corti aseguró: “La sociedad le dijo basta, le dijo nunca más a ese proyecto económico y tenemos que tomar estos días como reflexión porque entendemos nunca nadie más quiere volver a esos momentos políticos y sin embargo a veces el poder real, a veces de los medios hegemónicos de comunicación y ciertos actores que sienten nostalgia de esos momentos, confunden a la sociedad y hacen que tal vez tengamos un traspié y volvamos a proyectos neoliberales que sabemos que lo único que generan es mucho dolor y mucha deuda sobre los sectores más postergados de nuestra sociedad”.


La placa, que estará ubicada contra las rejas de Balcarce 50, frente a la Plaza de Mayo, y llevará los nombres y apellidos de las 39 víctimas que hubo en todo el país en aquellas dos jornadas, lleva el siguiente texto: “En memoria de quienes fueron víctimas de la violencia institucional defendiendo la democracia en todas las calles del país. El dolor por las vidas es el cimiento para luchar por una Argentina justa”.


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