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Lo que Jorge Lanata no entendió

El operador mediático reveló datos de una supuesta enfermedad que la propia interesada no quiso difundir a modo de proteger su intimidad y al grupo familiar. La mirada de la periodista Vero Zeller, intenta poner en claro la responsabilidad profesional


Por: Vero Zeller*

Por estos tiempos, en que la información está a la vanguardia de todo, donde muchos compiten en “ser los primeros”, pasan cosas de las que a veces muchos debemos hacer un “mea culpa”. Y digo “debemos”, porque es algo que la sociedad en su conjunto debe hacer.


Mi trabajo en los medios comenzó en el tiempo en que todavía la información llegaba a través del correo. A pesar de mis 47 años, puedo decir que soy todavía una de las que llegó a trabajar “con esas tecnologías”. No hablo de hace miles de años. 30 fueron suficientes para ver pasar todo esto y trabajar también con todo esto.


El tiempo pasó. La información llegaba luego a través de los “cables”, los “fax”… hasta que llegaron las computadoras y el internet. ¡Todo un cambio para quienes trabajamos en los medios!

Hace 30 años, el periodista buscaba la información a través de “fuentes confiables”. Pero existía algo que, desde hace algunos años, siento que se perdió: la ética.


Cuando Jorge Lanata habla de “fuentes confiables”, estamos todos de acuerdo que es donde se debe confirmar una información. Eso es cierto.


“¿Quién lo dijo?” (no el clásico “escuché por ahí que…”). “¿Cuándo lo dijo?”. “¿Tenía permitido decirlo?” (secreto profesional).

Jorge Lanata confunde esto. Y confunde a la gente. Manifestó en su programa de televisión que “lo que más me llamó la atención, fue todos los que se golpearon el pecho, y hablo de cierto periodismo de espectáculo, que reaccionó indignado, hablando de ética y de códigos profesionales. Son los mismos periodistas que hablan de infidelidades, que exponen a hijos desequilibrados a denunciar a sus padres, pasó hace poco”.


No hace falta ser un Einstein para saber cuál es la diferencia. La diferencia, estimado Jorge, es que por un lado, las infidelidades o la exposición de ‘hijos desequilibrados’ como Usted los llama, son ACCIONES generadas por personas. Con la salud, con la vida, no estamos hablando de acciones. Estamos hablando de algo que le pasa a alguien y que no le sucede como consecuencia de una acción, sino como consecuencia del destino. Con la salud, estimado Jorge, no se jode.

Acá nadie se golpea el pecho. Es más. Muchos conocíamos la misma información desde antes que Usted la dijera por radio como una “primicia”. ¿Ganó algo con eso? No. Sólo el repudio de la mayoría de la gente, entre las que me incluyo.

Hablar de “Gente que ni siquiera considero periodistas”… Nadie lo agrede por su trabajo. Ninguno se mete con su trabajo. Nadie pone en la balanza si a Usted lo consideran, o no, un periodista. Creo que es bueno un poco de respeto. Todos lo merecemos.


Quiero ponerme en el lugar de Wanda – a quien abrazo a la distancia – y la verdad, es que es difícil. ¿Cómo te sentirías vos, Jorge? Espero que siempre recuerdes que todos te respetamos y acompañamos cuando vos también tuviste tus razones. No hubo grietas. Se pidieron dadores de sangre, se respetó la info “oficial”… se te acompañó y se te apoyó. Qué triste que en este caso no hayas hecho lo mismo. Hay una palabra que define esto: “empatía”. Algo que te faltó. Y que en lugar de reconocerlo, atacás a tus colegas (los consideres o no periodistas, no dejan de ser tus colegas cuando trabajan en un medio de comunicación). Es fácil atacar. Y es difícil reconocer que uno se equivocó. Lo sé. Pero hubiera sido mejor.


En un mundo donde todos opinan, yo sólo quise decir lo que pienso. Ojalá sirva para que algunos tomen conciencia.


* Vero Zeller: Periodista, vecina Florida

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