La crisis nacional y el daño institucional conduce al peronismo a su esencia plural
- Editorial Tobel
- hace 23 horas
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El desafío de juntar lo que el poder pretende separar: ¿nace un nuevo frente nacional y popular?

Columna de opinión
Por: José Pepe Armaleo*
Mientras algunos intelectuales dibujan fronteras políticas con tinta gruesa (Jorge Alemán, Página/12, https://www.pagina12.com.ar/836040-el-nuevo-kirchnerismo ), en los barrios, las usinas militantes y las mesas de gestión se teje otra historia: la del peronismo que vuelve a su esencia plural. No por decreto, sino porque el huracán de la crisis exige puentes, no trincheras.
La doctrina justicialista nunca fue un museo. Perón la imaginó como un río que recibe afluentes: sindicalistas, descamisados, artistas, incluso aquellos que venían "con la levita manchada de aceite". Hoy, cuando un relato bien intencionado pero estrecho proclama al kirchnerismo como heredero único y salvador del movimiento, la realidad -tozuda y creativa- responde con hechos concretos. La unidad no se anuncia en columnas; se construye en comités humedecidos por el café derramado y en despachos donde rivales de ayer comparten proyectos.
Basta mirar en Vicente López, ese municipio donde las clases medias conversan con el conurbano profundo, nació "Primero Vicente López". Allí conviven peronistas de todas las sangres, radicales que jamás adhirieron al kirchnerismo, socialistas con olfato territorial, vecinalistas pragmáticos y simples ciudadanos ("Vecinos de a Pie"). No es un experimento: es la respuesta natural de una comunidad que entiende que los problemas del barrio no tienen color partidario. ¿Acaso la basura, la educación o la luz pública se recogen con banderías? Este laboratorio local refleja un pulso nacional: el pueblo exige soluciones, no liturgias. Un camino idéntico -nacido del mismo descreimiento hacia las cúpulas tradicionales- está germinando en el vecino distrito de San Isidro, donde "Causa San Isidro" agrupa a vecinos indignados, profesionales críticos y sectores políticos heterogéneos que priorizan el reclamo concreto sobre el himno partidario. Dos municipios, un mismo mensaje: cuando la política se aleja de la gente, la gente inventa su política.
Pero el fenómeno va más allá de un distrito. Sergio Massa, con su Frente Renovador y su peso electoral concreto, no es un "invitado" en el espacio nacional y popular: es parte estructural de esta nueva arquitectura política. Su presencia -junto a otros sectores del peronismo no K- demuestra que el tronco justicialista tiene ramas diversas. Pretender podarlas en nombre de una pureza ideológica sería como negar que el aire necesita múltiples vientos para no envenenarse. Y qué decir de los diálogos que hace una década parecían herejías: Radicales compartiendo diagnóstico con el campo popular; La Izquierda encontrando puntos de contacto en la defensa de los derechos vulnerados. Son gestos pequeños que hablan de un cambio grande: las trincheras del siglo XX se desmoronan ante la urgencia del presente.
Hay quienes temen que esta heterogeneidad diluya la esencia. Lo contrario: la fuerza del peronismo siempre residió en su capacidad de síntesis, no en la pureza sectaria. Perón negoció con conservadores; Cooke dialogó con la izquierda revolucionaria; Cafiero integró disidencias. Cuando el movimiento se encapsuló en dogmas -neoliberalismo de los 90- perdió contacto con la tierra que lo nutría. Hoy, el desafío es mayor: enfrentamos una ultraderecha que actúa como rodillo compactador de derechos. Responderle con fraccionamientos sería como oponer granizo disperso a una avalancha: cada fragmento, por digno que sea, será barrido en soledad.
El verdadero kirchnerismo -aquel que encarnaron Néstor y Cristina en sus momentos de grandeza- no fue una secta: fue un paraguas bajo el cual cobijar luchas dispersas (Transversalidad). Recuperar ese espíritu implica entender que Cristina es fundamental, pero no única. Que los movimientos sociales son imprescindibles, pero no monopolizan la verdad; que incluso un radical con historial antipersonalista puede sumar si su compromiso es con el país. Al decir de Perón: "somos una Nación porque lo decidimos, no porque nos lo regalaron".
La patria no se salva con decretos de exclusividad, sino con la humilde y obstinada tarea de tejer un frente amplio donde quepan los que luchan. Mientras otros discuten esencias, en Vicente López, en las mesas de Massa, en las Unidades Básicas, en el PJ, en los abrazos tácitos entre viejos adversarios, algo nuevo -y a la vez profundamente peronista- está naciendo. No por casualidad, sino porque la historia vuelve a demandar lo que Perón supo hacer: juntar lo que el poder pretende separar.
“La historia no se borra, la memoria no se clausura, la justicia no se negocia, la soberanía no se entrega y la apatía es la derrota que ningún pueblo puede permitirse”.
José “Pepe” Armaleo – Militante, abogado, magíster en Derechos Humanos, integrante del Centro de Estudios de la Realidad Social y Política Argentina, Arturo Sampay y Primero Vicente López.