top of page

Elecciones y algoritmos: el desafío de más militancia, hablar con respeto, aprender a escuchar y organizar la esperanza

  • Foto del escritor: Editorial Tobel
    Editorial Tobel
  • 12 may
  • 5 Min. de lectura

En tiempos donde las pantallas parecen dictar la realidad y los algoritmos moldean sentidos comunes, la única salida es política. Esta nota propone recuperar la militancia territorial, construir un frente popular y forjar una propuesta colectiva que reemplace la resignación por esperanza organizada.

Columna de opinión

Por: José “Pepe” Armaleo*

Ya estamos en los comienzos del tiempo electoral. Habrá comicios provinciales y nacionales -en algunos lugares al mismo tiempo, en otros por separado- para elegir legisladores. De hecho, ya hubo una muestra en Santa Fe. Lo que dejó en evidencia ese resultado, sumado a los debates preparatorios en el resto del país, es desolador: una superficialidad apabullante, sin ningún planteo que se atreva a ir al fondo de los problemas, salvo honrosas excepciones. Brilla por su presencia el objetivo de conseguir un lugar en el esquema institucional vigente: un campo de maniobras menores, intrascendentes. Y de negocios.


En el reciente debate televisivo del 28 de abril entre candidatos porteños, sólo Leandro Santoro -por el campo nacional- y los representantes de la izquierda mostraron algo parecido a una vocación política pura, con sentido de entrega y estudio. El resto confirmó que, incluso los más activos, como Horacio Rodríguez Larreta, responden a una lógica gerencial, capitalista, privatista, sin una sola mirada desde el pueblo real, el que padece y sobrevive en el conurbano y en las barriadas porteñas.


La sensación dominante es que la derecha seguirá sumando poder. No fue sorpresa en Santa Fe, tierra sojera por excelencia, donde en los silobolsas se guarda más dinero que el que necesita toda la economía real para ponerse en marcha. Esa capacidad de extorsión al Estado -a todos nosotros- se explica por una estructura de poder que viene de hace más de doscientos años. Y no es sólo Santa Fe: toda la pampa húmeda se comporta con la misma lógica expoliadora, hoy aliada con el capital financiero y las corporaciones globales.


Pero lo más inquietante para quienes militamos en políticas populares, democráticas y antiimperialistas es ver cómo millones de compatriotas sin distinción de clases sociales apoyan, sin dudar, una política que se autodefine como anarco-capitalista, pero que en la práctica es híper-explotadora, enemiga del Estado, destructora de la educación, la ciencia, la industria, el trabajo y cualquier modelo de país con justicia social.


¿Cómo se explica ese respaldo? ¿Cómo puede el pueblo votar contra sí mismo?


Una respuesta parcial apunta al aparato comunicacional: “una maquinaria de desinformación, odio y manipulación que opera desde grandes plataformas tecnológicas, SIN REGULACIÓN (o por lo menos ninguna seria) y con una potencia invasiva inédita”. Las redes, los medios y los celulares están saturados de mensajes que no sólo mienten, sino que criminalizan toda posición crítica con discursos bien ensamblados y aparentemente "naturales".


Álvaro García Linera -ex vicepresidente de Bolivia- nos advierte que esos algoritmos sólo funcionan cuando encuentran una base afectiva, una predisposición previa en la población: un odio cultivado, una frustración no resuelta, una expectativa traicionada.


En Argentina, lo resume en dos vectores: el odio gorila al peronismo, herencia de 1955, y la decepción por la falta de redistribución estructural del kirchnerismo, esto se debe a que hubo redistribución del ingreso (a través del salario, las jubilaciones, la AUH, etc.) pero no una transformación duradera en la estructura económica del país, que siguió siendo desigual y concentrada. Eso generó una sensación de avances que, si bien fueron reales, no lograron consolidarse frente a la primera ofensiva de la derecha. A eso se sumó la inanidad del gobierno de Alberto Fernández, que dejó a millones sin una alternativa visible. Así emergió un personaje disruptivo, desconocido, sin gestión ni experiencia, que canalizó esa bronca con gritos, promesas vacías y un discurso “anti-casta” que parecía exagerado... pero no lo era.


Porque “no estaba mintiendo”. Y hoy, con el respaldo de las élites económicas locales, las multinacionales y el aparato estadounidense, ese proyecto neoliberal extremo avanza sin freno destruyendo el Estado, la escuela, la ciencia, la cultura, y castigando con saña a trabajadores, jubilados, estudiantes, discapacitados y a toda voz crítica.


Detrás de cada oleada ideológica hubo siempre una base material que la sustentó. El macrismo preparó el terreno para su derrota, pero el progresismo, en vez de aprovecharlo, se empantanó. A pesar de condiciones externas gravísimas -pandemia, sequía, deuda heredada-, falló en mostrar rumbo, fuerza, claridad y coraje político. Buscó consensos donde hacía falta confrontación, priorizó la gobernabilidad con los poderosos y no con el pueblo. El resultado: fastidio social y, finalmente, el ascenso de Milei.


Entonces ¿qué hacer con los algoritmos? ¿Qué hacer con este nuevo totalitarismo digital? Porque sin base material donde operar, ningún algoritmo debería ser eficaz. Pero la realidad que padecemos es tan asfixiante que millones se aferran a la pantalla como única vía de escape. Y allí, pierden libertad.


Por eso hay que mirar por encima del celular, mirar a los ojos, escuchar al otro y volver a militar cuerpo a cuerpo, codo a codo. Esa es la única tecnología verdaderamente liberadora. Y no lo decimos desde la nostalgia. Ayer mismo (sábado 10 para ser exacto), en San Martín, en un salón desbordado de militantes de la Primera Sección Electoral, jóvenes y veteranas y veteranos compartieron una certeza: algo está cambiando. Y este hecho es invisibilizado por los grandes medios, sólo dan cuenta de ello los medios regionales.


Ahí se sintió otra energía. No la del algoritmo ni la del cinismo televisivo. La de la política como herramienta de transformación, como fuerza vital. Ahí, en el reencuentro, en la conversación, en el canto, en la consigna, se volvió a recuperar el sentido de comunidad, de lucha y de esperanza organizada. La política resurge cuando hay militancia de verdad, no cuando se buscan likes.


Frente a un modelo institucional agotado, al servicio del capital financiero transnacional, es hora de reconstruir desde abajo un Frente Popular amplio, plural, con un programa claro y audaz, sin concesiones. Que plantee qué país queremos y cómo vamos a conseguirlo.


Ese programa debe incluir:


- Un Estado activo en todas las áreas estratégicas

- Salud, educación, trabajo, seguridad social y ciencia garantizadas como derechos, entre otros

- Promoción decidida de la industria nacional, el trabajo formal y las paritarias libres

- Control público del sistema financiero y de los recursos naturales

- Ingreso Básico Universal

- Fortalecimiento de nuestra Moneda

- Reforma agraria con justicia social

- Una política exterior soberana, con recuperación de las Islas Malvinas como horizonte

- Una normativa constitucional contra la corrupción, tratada como traición a la Patria.


Nada más. Por ahora.


No se trata de recitar el programa completo en cada esquina. Se trata de elegir un tema, el que más le duela o le importe al otro. Construir una agenda nacional común. Hablar con respeto. Escuchar. Ir al fondo. Ayudar a develar el discurso esclavizante.


Apropiarse y usar la tecnología, sí, pero para liberarnos. No para someternos.


Porque los pueblos no son algoritmos. Y la historia no está escrita: se construye. Paso a Paso. Codo a codo. Palabra a palabra. Con militancia, con política y con amor por la patria. Estamos a tiempo. Porque el futuro es una construcción colectiva. Y construirlo es, también, hackear el presente.


“La historia no se borra, la memoria no se clausura, la justicia no se negocia, la soberanía no se entrega y la apatía es la derrota que ningún pueblo puede permitirse”.


*José “Pepe” Armaleo – Militante, abogado, magíster en Derechos Humanos, integrante del Centro de Estudio de la Realidad Social y Política Argentina, Arturo Sampay.

 

Comments


250x300_Rural.gif
WhatsApp Image 2024-09-17 at 17.32.10.jpeg
WhatsApp Image 2025-04-23 at 17.32.58.jpeg

Presentado por

Logo Tobel -blanco.png
bottom of page