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A 35 años del juicio a la Juntas el "Nunca Más"continúa vigente

Hoy se cumple un nuevo aniversario de la sentencias a las juntas militares, y de civiles, que asaltaron el poder constitucional a partir de 1976


Por: Claudio Reinaldo Leveroni

Se cumplen 35 años del día de la lectura de sentencias a las juntas militares que asaltaron el poder constitucional a partir de 1976. La historia mundial no reconoce antecedentes similares al hecho que conmocionó a la argentina en 1985. Un acontecimiento notable, que permitió afianzar el estado de conciencia pública acerca de los horrores cometidos durante los años de dictadura.


El 10 de diciembre de 1983 los argentinos recuperamos el sistema democrático. Dos semanas después de haber ingresado a la Casa Rosada como Presidente de la Nación, Raúl Alfonsin firmó el decreto 158, por el que instruyó al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas para que impulse una causa contra los miembros de las tres primeras Juntas Militares del, autoproclamado Proceso de Reorganización Nacional instalado en el país luego del golpe militar del 24 de marzo de 1976. El tribunal castrense se destacó por demorar los procedimientos. Hasta el día 4 de octubre de 1984, es decir más de 10 meses después de haber recibido la orden presidencial, sólo le había tomado declaración indagatoria y dictado prisión preventiva al Almirante Massera. Fue a partir de entonces que la Cámara Federal se avocó al proceso y dispuso el acopio de elementos documentales e informativos, y la remisión de expedientes.


A modo de ejemplo de cómo, desde entonces, se dinamizó el proceso judicial, cabe señalar que se incorporaron, como prueba informativa, alrededor de 4.000 reclamos diplomáticos por los sucesos que motivaron el proceso. La Comisión Nacional sobre la desaparición de Personas, creada por el gobierno nacional para documentar el horror de los años negros de la Argentina, realizó aportes que terminaron siendo buena parte de la base que la fiscalía utilizó para la acusación a las juntas militares. El juicio oral comenzó el 22 de abril, y hasta el 14 de agosto de 1985, se trataron 281 casos de los 709 originalmente ofrecidos por la fiscalía. Fue una galería de testimonios desgarradores. Declararon 833 personas: 546 hombres y 287 mujeres, 64 militares, 15 periodistas, 14 sacerdotes y 13 extranjeros. Se recibieron 80 testimonios a través de exhortos diplomáticos.


Durante los meses en que se celebró el juicio sólo pudieron emitirse por TV algunos segmentos que carecían de sonido. Los argentinos no pudieron escuchar los relatos de las aberraciones que sucedieron en los campos de concentración. Cada jornada del juicio se transformó en un nuevo capítulo capaz de describir hechos que permitían descubrir el lado oscuro del alma. La jornada más extensa del juicio duró 13 horas y 25 minutos, y la declaración testimonial más larga ocurrió el 22 de julio. Ese día, Víctor Melchor Basterra, un obrero gráfico militante peronista que pasó cuatro años secuestrado en la ESMA testimonió durante 5 horas y 40 minutos frente a los jueces. En la sala, escuchando su relato estuvo Jorge Luis Borges. Impactado por el testimonio de Basterra, Borges escribiría una crónica para la agencia española EFE. “De las muchas cosas que oí esa tarde y que espero olvidar, referiré la que más me marcó, para librarme de ella”, sentenció el escritor, para transcribir un tramo del relato de Basterra ante los jueces sucedido un 24 de diciembre. Ese día, “llevaron a todos los presos a una sala donde no habían estado nunca. No sin algún asombro vieron una larga mesa tendida. Vieron manteles, platos de porcelana, cubiertos y botellas de vino. Después, llegaron los manjares. Era la cena de Nochebuena. Habían sido torturados y no ignoraban que los torturarían al día siguiente. Apareció el Señor de ese Infierno y les deseó Feliz Navidad. No era una burla, no era una manifestación de cinismo, no era un remordimiento. Era una suerte de inocencia del mal”, escribiría Borges.


La cadena de testimonios que desfilaron durante las 17 semanas que duro el Juicio a las Juntas, describieron una sucesión de situaciones emparentadas todas por el horror. Los acusados escucharon los relatos. Allí, sentados, impávidos estaban siendo enjuiciadas las cabezas más visibles y responsables de aquella catarata interminable de acontecimientos aberrantes.

En sus alegatos finales los acusados se defendieron. Massera afirmó que se sentía responsable, pero no culpable. Finalizadas las audiencias los fiscales Julio César Strassera y Luis Gabriel Moreno Ocampo expusieron los fundamentos de las acusaciones. Los miembros del Tribunal deliberaron entre el 22 de octubre y el 8 de diciembre de 1985. El 9 de diciembre, el presidente de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, León Arslanian, leyó el veredicto.


El juicio a las juntas militares fue ejemplificador, un caso único en el mundo. Nunca antes se sentó en el banquillo de los acusados a quienes se apoderaron, por la fuerza, de la suma del poder público en un país. Ni siquiera es comparable al juicio que se les realizó a los jerarcas nazis en Nüremberg una vez finalizada la segunda de las guerras mundiales. Allí, se necesitó formar un tribunal internacional con leyes especiales. Los comandantes que integraron las juntas, responsables del golpe militar de 1976 y sus terribles consecuencias, fueron enjuiciadas sin más armas que las leyes vigentes y, con los mismos tribunales que pueden enjuiciar a cualquier ciudadano.


*Claudio Leveroni, periodista, escritor y director portal "Causa pendiente", y cofundador de Lo Nuestro

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