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40 años de un amor no siempre correspondido

¿Me pueden ayudar a decidir?, ¿Voy con los amigos del millonario que me estafó o con quien tuve momentos felices y hoy, como puede, me está ayudando a salir adelante y renovar la alegría?



Por: Fernando Gañete Blasco.- Perdón que los moleste con mi historia. Pero es que tengo unos años y -a mi edad- mucho no se me tiene en cuenta y quienes a veces me recomendaron qué hacer, hoy desconfío que me quieran bien. Es por eso que decidí escribir estas líneas como cuando era una niña y tenía mi diario íntimo. En este caso, al revés de cuando escribía esas historias, lo quiero compartir para que alguien me ayude a saber qué hacer.


Siempre creí en el amor. Aun a mi edad, siento que sin amor no se puede vivir. Como a casi todos les pasó, a veces me fue bien y otras no tanto. En algunos casos no quise darme cuenta del engaño y en otros me dejé llevar por lo que me aconsejaban esos que decían ser mis amigos.


Trato de ser lo más sintética posible. De niña tuve un gran amor, nos reíamos, nos divertíamos y la pasábamos muy bien. Era feliz. Pese a ello, mis amigos me decían que no me convenía estar con él, que no quería mi felicidad, que me llevaba por mal camino, que yo merecía algo mejor y no sé cuántas cosas más. Esa relación terminó de forma abrupta. Me recomendaron no volver a buscarlo. Sufrí mucho. Me costaba vivir. Lloraba y no podía expresar mis sentimientos. Tras años de ese tormento, empecé a recuperarme. En 1983 me recuperé y volví a tener una relación. No era malo, pero no me terminó de enamorar. Luego vino alguien que me hablaba muy lindo, era encantador, tenía un gran carisma. Me enganché, pero me engañó. Al principio no lo quería ver. Cuando me di cuenta, mis amigos (esos que con arrogancia me aconsejan) me decían que siga con él, que era lo mejor. Hasta que no resistí más. Luego salí un tiempito con un impresentable que duró poco.


Pero no era eso lo que les quería contar. Sino de las historias que continuaron. Cuando todo parecía perdido y ya estaba desencantada, creía que no me iba a volver a enganchar y que el amor no era para mí, apareció él. Al principio pensé que parecía bueno comparado con todo lo mal que me habían tratado. No confiaba mucho, pero pasaba el tiempo y me hacía acordar mucho a ese hermoso amor de mi niñez y adolescencia. Me devolvió la alegría, no era poca cosa, pasaban los años y cada vez era más bello lo que vivíamos. No era muy adinerado, pero se desvivía por complacerme, me demostraba su amor. Era una relación tan hermosa que, no sé si por envidia o por qué, mis amigos empezaron a hablar mal y con historias mentirosas (pero que yo no quería ver) me decían que me robaba, que me engañaba, que no era para mí, que me iba a hacer daño. Me llenaron tanto la cabeza que empecé a sospechar. Me dijeron que tenían alguien para presentarme que era mucho mejor. Con dinero, éxito y que no me iba a faltar nada. Creo yo que, como me había acostumbrado tanto a lo lindo que vivía con quien estaba (además de como me llenaban la cabeza mis amigos), me quejaba de llena. Como me consentían, reclamaba más y mi ambición hizo que me dejara llevar. Me hablaron tan mal que hasta por un momento le tomé bronca por como me había engañado, por lo que me decían esas “amistades”.


Acá es donde quiero que me presten atención para ayudarme a decidir. Finalmente opté por poner fin a esa relación e irme con el millonario que me prometía el oro y el moro. Yo pensé: “de la mano de este empresario no me puede ir mal”. Al principio llevábamos un ritmo de vida carísimo y me hacía pagar a mí. Yo aceptaba porque quería estar a su altura. Lo único que hacía era hablar pestes de mi ex. Hasta que un día me pidió la tarjeta de crédito porque íbamos a hacer un negocio que me llevaría a un crecimiento económico. Me hizo firmar otras deudas con usureros (que más tarde me enteré que eran amigos de él). Me prometió que gozaríamos de la riqueza que iba a tener con los negocios que me conseguiría. Yo confiaba. Lo cierto es que en apenas cuatro años me endeudó como nunca, no invirtió en nada productivo, sino que -muy tarde- me enteré que se gastaba todo en divertirse con sus amigos. Me endeudó en millones de pesos. Cuando me llegaron las facturas de las tarjetas me vinieron cifras impagables y enojada lo eché. No entendí los motivos por los que quienes dicen ser mis amigos lo seguían defendiendo. Algo cambiado volvió mi ex. No me prometió nada, pero empezó a ayudarme a pagar y me dio contención. En el medio me dijo que había un virus dando vuelta que tenía que gastar plata en evitar que se enferme la familia y yo. Al principio me molesté un poco, pero confirmé que era cierto (yo estaba a la defensiva por lo que me había mentido el “ricachón”).


Después tuvo problemas en su trabajo y no le pagaban bien, pero nunca dejó de comprometerse con mi deuda y trató de renegociar y hablaba con mis acreedores para que no me embarguen. Se preocupa por mí, claro, no es millonario.


Les cuento lo que me pasa ahora. El “Pelado” y la “Gruñona”, dos amigos con los que el millonario gastaba el dinero con mi tarjeta de crédito y que me dejaron un desastre quieren que me vaya con ellos y me prometen que me van a resolver todos los problemas. Además, se juntaban con aquel impresentable con el que duré poco. Como su amigo millonario, critican todo el tiempo y hablan mal de todo. No me dicen cómo, pero me dijeron que les vuelva a dar la tarjeta de crédito que me solucionan mis problemas. Se que son amigos de mucha gente de plata. ¿Les creo y me voy con ellos? Con el que estoy ahora, que aún no pudo pagar mis deudas, veo que hace esfuerzos para resolver mis problemas. Está tratando de mejorar para volver a aquella alegría que supimos tener, como en esos años que reíamos y vivíamos felices. Es cierto que está un poco desmejorado, pero yo tampoco soy la misma. Mis “consejeros”, aquellos que siempre se meten en mis problemas, me di cuenta que son amigos del millonario y creo que a veces participaron de las fiestas que organizó con mi dinero, por eso me dicen que vuelva con los ricos. El de la fortuna, con el que salí jamás me pidió disculpas, sólo me dijo que pasaron cosas.

¿Me pueden ayudar a decidir? ¿Voy con los amigos del millonario que me estafó o con quien tuve momentos felices y hoy, como puede, me está ayudando a salir adelante y renovar la alegría?

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