Represión en el velorio de Maradona: ¿quién se hace cargo?
Violencia uniformada y preocupante abordaje a Casa Rosada. A pesar que la policía de Horacio Rodríguez Larreta cargó duro contra la gente, nada dijo. Fernández intentó aclarar.
Por: Tano Armaleo.- A esta altura de los acontecimientos, y luego de ver las escenas de una innecesaria violencia por parte de la Policía de la Ciudad sobre la población que intentaba ingresar al velorio de Maradona, y el abordaje a la Casa Rosada donde cientos de personas ingresaron sin problemas tras sortear las rejas, no cabe menos que alguien, de verdad, se haga cargo de los sucesos. Con suma “habilidad” el jefe de la Ciudad de Buenos Aires, responsable de la Policía de la Ciudad, optó por lo que más sabe: llamarse a silencio; hacerse el boludo. Dejar que la factura la pegue otro, en este caso el gobierno nacional. Para esto, Horacio Rodríguez Larreta cuenta con una fuerte alianza (cuesta millones de pesos mensuales en publicidad) con medios de comunicación que distorsionan la información cuando no, la subvierten, o, directamente, mienten.
Por lo pronto, el presidente Alberto Fernández aseguró, en referencia a los incidentes, que “si no hubiéramos organizado esto, todo hubiera sido peor”, dada la conmoción generada por la muerte de Maradona y el deseo generalizado de rendirle un homenaje popular. El mandatario agregó que todo se precipitó por la “desesperación de algunos que creyendo que iban a quedarse afuera de la despedida rompieron la puerta de entrada(a la Casa Rosada) y todo se complicó”.
Por su parte, el ministro del Interior, Wado de Pedro, les exigió al jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta y al vicejefe Diego Santilli “que frenen ya esta locura que lleva adelante” la fuerza a su cargo. Puntualizó que “este homenaje popular no puede terminar en represión y corridas a quienes vienen a despedir a Maradona”.
Quienes diseñaron el operativo velorio en la Casa Rosada no podía desconocer con qué bueyes estaban arando. Cómo no saber que los uniformados de la Ciudad podrían ser utilizados como finalmente la realidad mostró. Una vez, más el gobierno se carga una factura producto de la ingenuidad de funcionarios o funcionarias que no terminan de leer, por lo visto, correctamente el escenario político.
Más garbe aún fue lo que sucedió en la Casa Rosada. Cientos de personas subiendo a las rejas, ingresando al patio principal de la casa de gobierno, mientras el presidente y la vice estaban poco más que al alcance de la mano de los desaforados. De ahí, a un desastre producido por mano de obra desocupada de servicios de inteligencia que hasta hace poco respondían al macrismo, podría habar un par de pasos. Cuesta imaginar, y es sumamente preocupante, que se ingrese tan fácilmente a la Casa Rosada. Las imágenes de gente trepando las rejas e ingresando libremente, muestra que la autoridad no se hizo presente en ese momento. No se trata de reprimir. Nada que ver. Simplemente ejercer la autoridad, y el poder.
Aún cuando la familia del “Diego” haya impuesto horarios y condiciones, nada justifica semejante marco de virulencia. La autoridad y el poder se ejercen en cada punta y rincón de la cancha. La pelota no se mancha, el poder se ejerce, ¿se entiende?. No se delega ni se declama. No alcanza las buenas intenciones, las gentilezas y buena predisposición, cuando del otro lado las estocadas y agresiones son la constante. Y lacerantes. Gobernar implica tomar decisiones, por consiguiente, riesgos. Ayer no quedó en claro, si quien tenía que tomar decisiones nimias -ante el resto del rol del Estado-, no terminó de comprender que el velorio era nada menos que Diego Armando Maradona. Inevitablemente la pasión popular, y sobre todo la maldad opositora, podría hacer pasar un mal trance.
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