Regresa el relato de “el país está destruido" y el de "es un desastre”, el de la "pesada herencia"
Siguiendo el viejo manual de “la casta política”, el entorno del presidente está montando la estrategia publicitaria que lo acompañará.
Milei junto a Luis "Toto" Caputo, el "Messi de las finanzas".
Por: Tano Armaleo.- Hace varias décadas atrás, en los 70 para ser precisos, Alfredo “Chacha” Grassi, escritor, guionista, traductor, cineasta, periodista y vecino de Olivos (ya fallecido) que supo estar al frente del Instituto del Cine en tiempos del presidente radical Arturo Illia derrocado por las oligarquías uniformadas y civiles en 1964, presentó uno de sus tantos libros: “Me tenés podrido, Argentina”. Un libro que describía -intentamos hacer memoria- la censura imperante en tiempos dictatoriales y también rescataba discursos de presidentes, especialmente de facto, que “hablaban de la pesada herencia recibida”. Pasaron varias décadas y el discurso de “la pesada herencia” persiste en boca de algunos políticos. En particular, en boca de hombres y mujeres de la derecha. Nada casual.
Así como Mauricio Macri montó su gobierno sobre el falso relato de la “pesada herencia” y armó un andamiaje comunicacional basado en falsedades para presentarlas como verdades reveladas, algo no muy distinto está instrumentando el equipo comunicacional de Javier Milei.
De “Me tenés podrido, Argentina” a la actualidad, en el camino hubo nuevas tecnologías y un lenguaje comunicacional -redes mediante- verdaderamente revolucionario. La población, el individuo, cambió hábitos y costumbres comunicacionales. Si la ilusión de sentirse protagonista, estrella mediática, era un sueño inalcanzable, esto se acabó. Quien tenga un millón de amigos en redes sociales tiene garantizado un adecuado marco de impunidad. Puede decir y opinar de todo. Además, ganar unos dinerillos por demás atractivos. Sus opiniones pueden ser superadoras de las de cualquier especialista o científico.
No importa si sabe, lo importante es que esa ficción, relato, opinión, sea considerada como cierta. Y, si fuera necesario, inventamos seguidores. Troles que den sustento y credibilidad a esos 170 caracteres que “definen pensamiento”.
Si bien no todo es blanco o negro, binario, bueno o malo, cierto es que las redes sociales son una gran vía de comunicación. El problema es que no tiene alma, y mucho menos ética. Nadie la regula o controla, aun cuando la comunidad europea, por caso, intenta ordenar el flujo verbal de lo que allí se dice.
En esas plataformas comunicacionales, lo dicho actúa como si fuera palabra santa. Tal vez por este motivo es que la dirigencia política, en particular la vinculada a la derecha, se muestra adicta. Así como Trump “sedujo” a través de las redes sociales y pantallas de TV, en estas tierras Javier Milei acaba de ganar las elecciones del mismo modo; y aprovechando errores del actual gobierno.
Ahora, que el anarco capitalista se apresta a gerenciar Argentina (él dice que el país es como una gran empresa), vuelve el discurso de “la pesada herencia”. Que “el país es un desastre”, que “todo está destruido”. Presentan la realidad como si estuviéramos en un marco de crisis terminal y sin solución de continuidad. Un trabajo en redes a cargo de Iñaki Gutiérrez (22) que intenta presentar la realidad como si fuera parte de un guión determinado: destruir al enemigo -así define Milei a quien no está de su lado-, todo lo que hizo el anterior gobierno.
No sólo el electo gobierno incluyó a la “vieja casta política” en su gabinete, también replica, en gran medida, el modelo comunicacional utilizado por Macri.
Siguiendo el lineamiento de que “no hay mejor defensa que un buen ataque”, los y las nuevas funcionarias que tomarán las riendas del país también arremeten con discursos basados en la “pesada herencia” que recibirán a partir del 10 de diciembre.
No es el caso contradecir el falso relato que están montando antes de asumir. El camino más fácil es acusar al otro de las limitaciones propias.
Para quien esto escribe, estos falsos relatos, hablar de la “pesada herencia” tiene un solo destino: imponer un modelo ideológico, que no funciona en ninguna parte del planeta, y que apenas beneficia a unos pocos, especialmente a los especuladores financieros.
“Si no hay recursos, no hay obra pública” señaló Guillermo Francos, futuro Ministro del Interior ante la “casta industrial” durante un encuentro organizado por la UIA. No obstante, aclaró que no se van a detener todas las obras que están en marcha”.
Milei dice “si no hay plata, no hay obra pública, que la hagan los privados al estilo chileno”. Lo que en sí mismo oculta una falacia. El presidente dice que habrá plata para el sector privado, por lo tanto, sí habrá dinero. Una vez más surge quien se la lleva. Si es sólo el privado, la historia demuestra fracaso absoluto.
Para disipar dudas y abriendo el paraguas, Guillermo Francos manifestó ante el auditorio de la UIA que “no va a haber industricidio”, tal cual sucedió durante el gobierno de Juntos por el Cambio que cerraron 26 mil empresas y más de 300 mil empleados quedaron en la calle; la desocupación escaló en aquellos años del 6% al 12, hoy se ubica por debajo del 6%.
Por su parte, Diana Mondino, la elegida por Milei para encabezar la Cancillería nacional, dijo también en la reunión anual de la “casta industrial”, “comiencen a comprar generadores para el verano, los que no tengan, consíganlos, no hay para todos” y agregó: “aguanten seis meses más que éste va a ser el mejor país del mundo”. Milei dice que tardará no menos de dos años en “sacar al país de la recesión”.
Queda claro que “Argentina no es un país de mierda”. Tiene asimetrías preocupantes como es una injusta distribución de la riqueza que se refleja en una población (40%) sometida a la pobreza, mientras cerca de 400 mil millones de dólares duermen ilegalmente y sin pagar impuestos en paraísos fiscales. Tampoco está destruida. Y mucho menos creer que “en seis meses éste va a ser el mejor país del mundo”, como dice Mondino. O tal vez lo sea para “la gente de bien” y tal vez el derrame económico de esa Argentina potencia algún día llegue también a la población. Mientras tanto, el montaje mediático orquestado por las redes sociales y pantallas que abastecen al presidente electo está en marcha.
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