Cachivache oficial, crisis entre sábanas, a todo esto, ¿dónde está UxP, la UCR?
Diputadas de La Libertad Avanza se acusan recurriendo a las acusaciones más abyectas. Un Milei y Macri que se desconfían mientras sacan ventajas personales. Y una dirigencia que nadie logra ubicar, ¿dónde está?.
Milei y Sandra Pettovello
Por: Tano Armaleo.- A la luz de los acontecimientos, el país ha ingresado a un circuito de degradación institucional como nunca en la historia nacional democrática se haya registrado. Aquello de lo que tanto el intolerante, autoritario y agresivo presidente prometía durante la campaña, “destruir al Estado desde adentro”, se va cumpliendo: millones de personas (55% de la población) inmersas en la pobreza y un aparato productivo nacional en descomposición. Semejante acto de sinceridad no otorga, por cierto, legitimidad, razonabilidad y responsabilidad institucional, mucho menos derecho a las políticas que lleva adelante el gobierno de la extrema derecha de La Libertad Avanza junto a sus socios del PRO y de la UCR. El país asiste a un verdadero cachivache gubernamental donde la política, la ética democrática y convivencia social, el diálogo y consenso han sido degradados a su máxima expresión.
No conforme con recrear la vieja teoría -muy típica de los “comunistas” de los años 60/70- de amigo-enemigo para dividir a la población, el presidente Milei y su Jefe, Karina Milei, junto al asesor estrella y monotributista, Santiago “Billetera” Caputo, además de tratar de “soretes”, “lacras”, “ensobrados” a legisladores y gobernadores, y a periodistas y dirigentes opositores que intentan realizar una crítica, también carga contra la propia tropa. Mandó a expulsar de su bloque a diputados y senadores y no deja de esmerilar el poder de la negacionista Victoria Villarruel.
En este gobierno cachivache, y mientras diputadas y senadores del oficialismo se acusan mutuamente de traidores, corruptos, y de paso sacan a relucir cuestiones de sábanas entre diputadas, que al decir de una de ellas busca complacer al mandamás de la Rosada, la población ve estas escenas con estupor. Un estupor que se traduce en malestar concreto con la realidad que intenta imponer el gobierno mediante sus recetas ideológicas: la gente de bien no llega a fin de mes, las industrias registran el cierre de cerca de 10 mil Pymes, el consumo cae estrepitosamente al igual que la recaudación impositiva. Además, el desempleo crece mes a mes, el pasaje de colectivo en la región del AMBA trepará a los 800 pesos, a los jubilados, además de perder ingresos y cagarlos a palos, les sacaron medicamentos que antes eran gratis; el gobierno retiene alimentos en depósitos mientras los comedores barriales ven incrementar día a día la concurrencia.
La situación de crisis se torna caótica para millones de personas y nada indica que esto vaya a revertirse. Sucede que el modelo ideológico del gobierno sólo atiende a un sector muy minoritario de la población, en el mejor de los casos, entre un 15 y 20% de la gente.
En este contexto, Milei atiende a un Mauricio Macri que viene reclamando que se le pague lo prometido al PRO: ministerios y áreas claves del gobierno. Desde el gobierno, tanto Karina Milei como Santiago “Billetera” Caputo dejan trascender que, en realidad, Macri intenta desplazar a Bullrich del ministerio de Seguridad con el objeto de ser él el único interlocutor válido con el gobierno. También pretende, el PRO, quedarse con la presidencia de la Cámara de Diputados con el objeto de imponer a Cristian Ritondo en reemplazo de Martín Menem a quien se le endilga “incapacidad de articular política con todas las bancas”. En realidad, el problema del gobierno no es Menem, es que nadie controla ni siquiera a la tropa de legisladores de La Libertad Avanza. Cada legislador parece atender su propia agenda. No por casualidad, el diputado Menem manifestó que “acá (en la Cámara) nuestros legisladores están para obedecer, no se pueden cortar solos”.
En el medio de este cruce, el gobierno de Milei, en el afán de asfixiar al gobierno de Jorge Macri y del peronista Kicillof, no le entrega dinero coparticipable que les corresponde por Ley. A la ciudad le adeuda poco más de 1 billón de pesos. A provincia, cerca de 5 billones de pesos.
Dentro de este contexto y con leyes que el gobierno pretende vetar, por caso el aumento a jubilados y la de fondos reservados para la SIDE, el presidente Javier Milei fue convencido por su hermana y Santiago Caputo de atender en Casa Rosada a legisladores del PRO y del MID. La intención era que el PRO, que responde a Macri, no permitiera que la oposición lograra quórum para dar paso a las dos leyes en cuestión. La reunión, de la que participó Karina Milei, el Ministro del Interior -Guillermo Francos- fue invitado a último momento lo que demuestra el clima de tensión y disputa de poder que reina en el gobierno, duró poco menos de una hora. Tampoco fue invitado Martín Menem, cuestión que fue tomada como un guiño hacía Mauricio Macri a modo de darle un poco de aire a sus pedidos, entre ellos, el de eyectar a Menem para coronar a Ritondo. Cosa que no va a suceder, como tampoco desplazar a “Billetera” Caputo, confían en el entorno de Karina “El Jefe” Milei.
Mientras esto sucede y la crisis golpea por igual a libertarios, radicales, macristas, socialistas y peronistas; a almaceneros, como supermercadistas, productores regionales como industriales Pymes nacionales, la comunidad educativa es maltratada, investigadores científicos no tienen otra salida que Ezeiza al igual que miles de personas que están migrando en busca de mejor vida, una buena porción del electorado que acompañó a Milei comienza a mostrarse defraudada. Más del 35% que lo votó, hoy no lo volvería a hacer. Sin embargo, al momento de ser consultados dónde inclinarían el voto, la respuesta fue contundente, no sé.
Frente a semejante termómetro que marca la realidad, la oposición, en particular las máximas dirigencias de la UCR y Unión por la Patria están mirando la situación sentados en el balcón. Una gran porción de la población mira azorada todo lo que sucede y padece a diario sin que sus referentes políticos se expidan con la contundencia del caso.
Así como el presidente de la UCR, Martín Lousteau, no termina por definir de qué lado del mostrador ubica al partido, si de furgón de cola como lo fue durante el gobierno de Juntos por el Cambio o ladero del actual gobierno, un tanto distinta es la postura de la conducción de Unión por la Patria. Mientras la militancia barrial se reúne y busca contener, el silencio de Cristina Fernández al igual que Sergio Massa desorienta.
No son pocos los que se preguntan ¿dónde está Máximo Kirchner, presidente del PJ de la provincia?; ¿y el senador Eduardo Wado de Pedro que mantiene un llamativo silencio ante los constantes agravios y daños que el gobierno de Milei le genera a los bonaerenses?; ¿dónde están dirigentes como Emilio Pérsico y Fernando “Chino” Navarro?; ¿y la CGT?. Lo que muchos reclaman, estado de reunión permanente entre todas las fuerzas que conforman UxP en busca de unificar criterios y elaborar propuestas superadoras que atiendan las necesidades de la población, no sucede. Desde la derrota nunca más volvieron a reunirse para pensar -muy a pesar que la historia los beneficia- cómo superar el modelo de una ultraderecha que viene por todo y todos. Un modelo individualista cautivado por los efectos de algoritmos que promete destruir la industria, la producción y el trabajo nacional. Y lo peor, el sentido solidario de la comunidad.
Mientras unos especulan y cuidan su quinta, el intolerante, autoritario y agresivo Milei y su séquito de soldados (y trolles) rentados por el poder, y tal vez por millones de dólares del Estado vía SIDE, fija agenda política, impone cambios estructurales dejando en el camino un verdadero desastre que llevará años restaurar. Lo descripto surge de datos oficiales, del constante reclamo de sectores de la población, de industriales Pyme, de científicos, de productores regionales, de supermercadistas, del INDEC; del Ministerio de Trabajo, de Economía. La realidad es mucho más contudente que el falso relato que intentan imponer el oficialismo y los operadores mediáticos, al decir del presidente, ensobrados por el poder central.
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