Autoritarismo y odio institucional: ¿dónde está FOPEA, ADEPA, la DAIA y los que querían preguntar?
- Editorial Tobel
- 2 may
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Discursos, insultos y actitudes del presidente que generan violencia. Términos como soretes, coimeros, maligno, mierda, ensobrados, basura y el constante maltrato a quien piensa distinto es naturalizado por un buen sector de la población. ¿Locura y parte de un plan para tapar la crisis?.

Argentina está en el peor de los mundos. No sólo por el controvertido modelo económico -libre mercado y apertura indiscriminada de importaciones, entre otras variantes- que está dejando en la banquina a más del 70% de la población por debajo de la línea de pobreza -1 millón de pesos para no serlo-. Lo más perverso y destructivo, que augura décadas para poder recuperarse, es el daño institucional. El naturalizar la violencia. El todo vale como método de construcción democrática.
El presidente irrumpió en la escena mediática con un discurso anticasta. Antipolítica. Para esto, no dudó un instante en recurrir al insulto y la mentira como método de construcción política. Así llegó al gobierno: insultando, agraviando, mintiendo y prometiendo, cuan falso profeta de cartón, un país maravilloso.
Con el bastón de presidente en mano, y el poder real en casa ajena (grandes grupos económicos y financieros), Milei comienza su mandato redoblando la apuesta.
No conforme con lo de la casta, le recomiendan ir por más. Por más insultos, más agravios, más autoritarismo institucional. La intención de los estrategas mediáticos era distraer a la población. Que el ciudadano de a pie, el que produce y trabaja no se detenga a pensar el daño que estaba generando con la instauración de un modelo ideológico, conocido y fracasado, que sólo garantizaría bienestar a un porcentaje muy reducido de la población.
Así fue como comenzó a atacar a legisladores opositores. Los tilda de soretes, coimeros, fracasados. Nadie reacciona. Salvo algunas honrosas excepciones provenientes de la oposición. El resto de las instituciones, públicas y judicial, al igual que grupos mediáticos, naturalizan las agresiones. Lo propio hacen millones de seres.
Envalentonado y con un blindaje superlativo por parte de medios de comunicación, también de jueces y dirigentes que en otras épocas se unían y abrazaban “contra los modales” de algunos dirigentes, por caso, Cristina Kirchner, Milei fue por más.
Agravió a discapacitados y jubilados. A éstos les pega y arroja gas pimienta. Cruel.
No conforme con esto avanzó contra el Papa Francisco. Lo insultó en todos los idiomas con argumentos falaces. Ofendió a toda la grey católica sin reparar que en el país hay millones de católicos que lógicamente se sintieron agraviados. Al presidente le importó poco y nada. Mucho menos al séquito de empresarios que lo sostiene en Casa Rosada. Tampoco a una buena cantidad de diputados y dirigentes políticos e instituciones vinculada a cuestiones de fe.
En esto de ir por más, y tapar la crisis, el presidente y todo el gabinete y el séquito de troles rentados (ensobrados) por el poder han comenzado una campaña contra el periodismo y periodistas.
Seguramente, producto de un manifiesto desequilibro emocional que muestra en no pocos escenarios, Milei y su ejército rentado que opera en redes sociales, insulta a periodistas y a medios de comunicación. Además, alienta una campaña para odiarlos y ponerles una lápida por mentirosos. Algo así como ponerles un tiro en la cabeza por osar rechazar u objetar políticas oficiales.
Todo este largo derrotero lo hace frente a instituciones como FOPEA, ADEPA, por citar tan sólo a algunas. Lo hace frente a medios de comunicación y operadores mediáticos -¿ensobrados?- y dirigentes políticos que nada dicen. Todo lo naturalizan, sea por dinero o por afinidad ideológica.

Durante la violenta represión sufrida por obreros metalúrgicos en la Semana Trágica, iniciada el 7 de enero de 1919, se produjo el primer “pogrom” en América Latina, que duró hasta el día 14 . Allí, sectores paramilitares vinculados al poder demostraron su ensañamiento contra los extranjeros en general y los judíos en particular.
Hitler comenzó su plan de destrucción y matanza persiguiendo judíos y gitanos. Y, en particular, a judíos que el asesino consideraba eran comunistas. No muy distinta fue la persecución, autoritarismo y violencia institucional profesada por Mussolini. Desafortunadamente, Argentina conoció el primer pogrom en 1919, durante la denominada Semana Trágica. Fuerzas parapoliciales, algo así como los troles actuales, perseguían a judios acusándolos de comunistas. En la actualidad combaten a periodistas, a peronistas, a radicales independientes, y a todo ser que levante la voz contra el modelo.
El Papa Francisco advirtió, en su momento, sobre los “adolfitos” en la política. “Cuando viene un salvador sin historia, sospechá”, destacó el fallecido Papa.
Mientras esto sucede, y el plan oficial es distraer atacando al periodismo, cabe preguntarse dónde están FOPEA, ADEPA, la DAIA, Margarita Stolbizer, Hernán Lombardi, Luis Brandoni, Elisa Carrió, Alfredo Leuco, Mario Negri, Luis Majul y el Fantino “rebelde”; fiscales como Stornelli y Marijuan. La lista es inmensa. Tanto, tal vez, como los sobres que habría recibido el círculo íntimo de Milei para promocionar la critptoestafa, #LIBRA.
La historia demuestra que la violencia fue el combustible que supo utilizar la denominada derecha para alimentar e imponer su ideología. Comenzado por el asesinato de Manuel Dorrego, hasta terminar con el intento de asesinato de Cristina Fernández. No menos violenta fue la derecha con Hipólito Yrigoyen, Juan Domingo y Eva Perón, Arturo Illia, Raúl Alfonsín.
De ahí la importancia de no ingresar en el ring de la violencia que propone el primer mandatario al solo objeto de tapar la crisis nacional.
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