Agresión a Grabois: Nazismo explícito
Si grave fue la situación que padeció el dirigente en Ezeiza al momento de ser agredido por un grupo de personas, lo más preocupante es la naturalización de los hechos.
Por: Tano Armaleo-. Argentina está ingresando a un riesgoso y peligroso deterioro institucional que remite a lo peor del individuo, de la humanidad. Naturalizar la persecución, agresión y violencia sobre todo aquel que no piense del mismo modo, en este caso, el gobierno nacional que tiene como mascarón de proa al presidente Milei. Cuando días atrás, el dirigente social Juan Grabois era agredido con intención seguramente de lincharlo o apalearlo, por un grupo de personas al momento de aterrizar en Ezeiza luego de mantener un encuentro ecuménico en el Vaticano con el Papa Francisco, la imagen de ultraderechistas, y nazis persiguiendo a judíos y comunistas, volvía al escenario.
Desafortunadamente, producto de tener un presidente intolerante, agresivo y autoritario y un séquito de seguidores que naturaliza semejantes desquicios no hace más que alentar este tipo de situaciones que vivió el dirigente peronista en Ezeiza. Al grito de ladrón, chorro, delincuente, ese grupo sometido en su conciencia por falsos discursos de un presidente que trata de “sorete”, “coimero” y “corrupto a todo aquel que se opone a su derrotero político y, además, una prensa capitalina hegemónica que replica y es cómplice de estas alquimias presidenciales, el odio ingresa fácilmente en estas personas.
No hace falta ir a la Italia de Mussolini ni a la Alemania de Hitler para ver conductas institucionales, del poder formal, que a través de discursos falaces arengaba a sus seguidores hacia un escenario nefasto. La naturalización del odio terminó matando de manera indirecta o explícita. Las persecuciones y muertes fueron moneda corriente en la Alemania de Hitler.
Cuando Patricia Bullrich, a través de sus redes sociales, dijo “la PSA le paró el carro a Grabois. Salió como rata por tirante. A los violentos la gente los desprecia”, no hizo más que naturalizar la violencia, la persecución. Y, seguramente, si el militante cristiano era golpeado al punto de terminar hospitalizado y muerto, habría dicho “por algo será”.
Grabois, frente a semejante cuadro señaló que “creen que pueden hacer cualquier cosa. Gasear, garrotear, linchar… Creen que porque tienen plata o poder pueden agredir a los demás, insultarlos, lastimarlos”.
En medio de semejante contexto nacional donde “El Loco” insiste, perdiendo de vista que es presidente de la nación, con discursos violentos y cargados de odio que remiten a los pogromos que padeció el país en los inicios de 1900.
Al respecto, vale recordar que en Argentina hubo un pogromo contra los extranjeros en general (y en especial contra los judíos, en la llamada «caza del ruso», gentilicio con el que aún hoy se identifica a los judíos en el país) organizada por la ultraderechista Liga Patriótica Argentina durante la Semana Trágica. Una Liga Patriótica que bien puede asemejarse a lo que hoy expresa La Libertad Avanza, el gobierno en su conjunto.
La historia recuerda que, si bien estos grupos estaban embanderados en un odio hacia el extranjero en general, el odio contra los judíos tenía un carácter especialmente notorio, global e indiscriminado. “Más salvajes eran las manifestaciones de los “niños bien” traídos por la tormenta. Bajo los gritos de ‘¡Muerte a los judíos!’, ‘¡Muerte a los extranjeros marxistas!’ celebraban orgías y actuaban de una manera refinada, sádica, torturando transeúntes. He aquí que detienen a un judío y, después de los primeros golpes, de su boca mana sangre en abundancia. En esta situación, le ordenan cantar el Himno Nacional. No puede hacerlo y lo matan en el mismo lugar”. Este escalofriante relato pertenece al libro “Pesadilla (Koshmar)” del escritor Pinie Wald en el que transcribió su dura experiencia por haber sido acusado por las milicias antisemitas de pretender instalar un “Soviet” en la Argentina.
Estos acontecimientos tuvieron mayor exposición en la semana del 7 al 14 de enero de 1919. Fue la denominada “semana trágica” donde la represión policial cargó con la vida de varios manifestantes que repudiaban frente a las puertas de los Talleres Vasena donde trabajadores eran sometidos a un régimen extremo de explotación. Odio, persecución, intolerancia, codicia empresarial, autoritarismo institucional, alimentaron un escenario de violencia que, si bien distaba de lo que luego se conoció en tiempos de Hitler, el temor de que estas historias se repitan no puede ser minimizado. O peor aún: naturalizar, desde el poder institucional, estos actos de odio y violencia.
Por eso cobra suma importancia el lugar que elija la oposición. Es decir, si se suben al ring que recrea el oficialismo aplicando la vieja teoría amigo-enemigo o bien sale con la fórmula que siempre le dio rédito a la humanidad: tolerancia, sensatez, respeto en la diversidad. Esto sería sólo un paso. El resto podría pasar por aquello que proponen algunos sectores, por caso, la Agrupación Nacional La Marcha nutrida con figuras como las de Carlos Tomada, Luis Abad, Ignacio-Nacho-Velez, Raúl Ramirez entre otros, o bien el Centro. de Estudio Sampay de Zona Norte que abona la recreación de un nuevo contrato social-demócrático basado en principios básicos como ser el de soberanía nacional, la justicia social, y un modelo económico independiente que contemple una justa distribución de la riqueza.
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