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A 69 años del bombardeo a Plaza de Mayo, la historia se repite, sólo que con nuevo títere

16 de junio de 1955. Asesinaron a más de 300 ciudadanos, entre ellos, niños

 

Por diferentes canales, el peronismo, el denominado campo nacional y popular y, sobre todo, aquellos que hacen culto al respeto irrestricto del orden constitucional en la diversidad política, evocan el 16 de junio de 1955, momento en que la Armada Argentina, con apoyo de sectores de la Fuerza Aérea, encabeza un ataque que tenía como objetivo principal asesinar al presidente Juan Domingo Perón y a los miembros de su gabinete para consumar así un golpe de Estado.

 

Era el anticipo de lo que luego terminó siendo la Revolución Libertadora que derrocó al gobierno constitucional. Un golpe de Estado basado en el terror, en cientos de crímenes perpetrados desde el gobierno, la persecución a dirigentes y militantes peronistas y la represión y detención indiscriminada: se instauraba la ilegalidad.

 

El paso previo al golpe -que contó con la anuncia de civiles- fue el bombardeo sobre Plaza de Mayo que se cobró más de 300 víctimas, entre ellas, niños que iban a la escuela. Sin piedad y pudor, esas manos movidas, evidentemente, por el odio terminaron descargando decenas de bombas sobre la plaza.

 

El propósito del golpe, tras asesinar al presidente de la Nación, era, recuerda la historia y los hechos acaecidos en aquellos años, instaurar un triunvirato civil integrado por Miguel Ángel Zavala Ortíz (dirigente de la UCR), Américo Ghioldi (dirigente del Partido Socialista) y Adolfo Vicchi (del Partido Conservador). No se conformó dicho triunvirato, sí una dictadura regenteada por militares y civiles. Una dictadura similar a la del 76 que, con la intención de imponer un modelo económico, persiguió, torturó y asesinó a 30 mil personas. Una dictadura cívico-militar que, no casualmente, es reivindicada por el actual gobierno del intolerante y autoritario presidente Milei.


En la actualidad, el cercenamiento y ataque sobre quienes pacíficamente salen a reclamar en las calles y plazas, organizado por el actual gobierno nacional a instancias de la ex Montonera tirabombas de Barrio Norte, es una clara muestra de que la violencia institucional remite, de algún modo, a períodos nefastos de la historia nacional. Al igual que en épocas anteriores, quienes mueven las marionetas son los mismos factores de poder que cambian de títere pero no de libreto: bajar salarios, jubilaciones, elminar el rol social y solidario del Estado y entregar recursos nacionales. La novedad, en estos momentos, es que el gobierno no tiene en agenda temas como soberanía, patria, nación e institucionalidad. Sólo hacer negocios y robarse el país como lo están haciendo bajo la tutela de los hermanos Milei.

 

Aviones que surcaron el cielo del centro de Buenos Aires lanzaron más de cien bombas con un total de entre 9 y 14 toneladas de explosivos. La mayoría de ellas cayeron sobre las plazas de Mayo y Colón y sobre la franja de terreno que va desde el Ministerio de Ejército (ubicado en el Edificio Libertador) y la Casa Rosada, en el sureste, hasta la Secretaría de Comunicaciones (situada en la sede del Correo Central) y el Ministerio de Marina, en el noroeste.

 

El ataque aéreo se realizó en sucesivas oleadas entre las 12:40 y las 17:40. La Casa Rosada, la Plaza de Mayo y sus adyacencias (donde se registró el mayor número de víctimas), el Departamento Central de Policía y la residencia presidencial (ubicada donde hoy está la Biblioteca Nacional) fueron los principales objetivos. Además de los más de trescientos muertos, el ataque dejó como saldo más de mil doscientos heridos.

 

Tres centenares de civiles armados (llamados “comandos civiles”) intervinieron en acciones colaterales como la ocupación de Radio Mitre, a través de la cual se lanzó una proclama que dio a Perón por muerto.

 

El Bombardeo no sólo fue un antecedente directo del golpe de Estado de 1955, consumado en el día 16 de septiembre con activa participación del Ejército, hasta entonces leal a Perón. Además, inauguró un ciclo de autoritarismo, represión estatal y persecución política que tuvo su máxima expresión en la dictadura cívico-militar iniciada en marzo de 1976.

 

El tiempo, los años, hicieron que aquellos odiadores seriales que perseguían instaurar un modelo político para pocos, una patria reflejada al latir y sentir de la oligarquía, mutó hacia un nuevo escenario. De la “alianza por el progreso” impuesta por los EE.UU sobre toda Latinoamérica en los años 60 para instaurar un modelo de libre comercio, neoliberalismo, se terminó en el golpe del 76. Así como en aquellos años utilizaban el golpe cívico-militar para imponer modelos, lo propio sucedió en el 76.

 

Dejando atrás las balas y bombardeos, en la actualidad los golpes provienen de las tapas mediáticas y pantallas (celulares y PC incluidos) y de un Poder Judicial entregado a las presiones de grandes grupos económicos. En esta saga también se incluyen organismos internacionales como el FMI, el Banco Mundial y los denominados fondos de inversiones. Con sólo analizar lo transcurrido en estos últimos 20 años en América latina, es fácil comprobar lo dicho.

 

Comprender y entender esos procesos históricos, seguramente ha de servir para no caer en las mismas atrocidades. Y, sobre todo, poder dilucidar que la violencia no es el camino a la hora de cambiar la realidad. Sólo la organización, la unidad, la tolerancia y el respeto en la diversidad vencen al tiempo y, tal vez, al odio.

 

Durante décadas, el Bombardeo a Plaza de Mayo permaneció como un hecho olvidado de la historia argentina. Recién en 2005, por iniciativa del Presidente Néstor Kirchner, la Secretaría de Derechos Humanos inició una investigación sobre el ataque del 16 de junio de 1955. Luego, en 2008, durante el mandato inicial de Cristina Fernández de Kirchner, se inauguró el primer monumento oficial en homenaje a las víctimas del Bombardeo, ubicado en las inmediaciones de la Plaza de Mayo. Un año después se sancionó la ley 26.564, que otorgó el derecho a percibir indemnizaciones a las víctimas del ataque. En el marco de estas políticas, al cumplirse el 55vo aniversario del hecho, el Archivo Nacional de la Memoria publicó una investigación histórica que reconstruyó lo ocurrido durante el Bombardeo y realizó entrevistas a sobrevivientes y otros protagonistas de la jornada de junio de 1955.

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