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Atrapados entre el "periodismo de guerra" y el "bobo", mientras los elefantes p

Ambos sectores disputan la información del COIVID como si fuera un partido de fútbol.

Por: Tano Armaleo.-Una vez más: la pandemia saca lo peor y mejor de cada ser humano. En todos los ámbitos y niveles poblacionales. Sin embargo, ver que aquel “periodismo de guerra” instalado por grupos mediáticos a sólo efecto de socavar el gobierno de Cristina Kirchner –así describió el fallecido periodista del medio Julio Blnck-, aún sigue vigente es preocupante. Y doblemente preocupante es observar el nacimiento de un “periodismo bobo”. El que se monta en la centralidad del escenario y pretende erigirse como, poco menos, en el principal pilar a la hora de vencer al gobierno de Cambiemos.

“Periodismo bobo” que pierde la capacidad de repreguntar e interpelar al poder cuando lo tienen cara a cara. Con pocas y escasas luces, “el bobo” todo lo reduce a comparar la información actual con el gobierno de Macri y Vidal, respectivamente. Seguramente, no faltara quien suscriba a que esto, también es periodismo.

El “periodismo de guerra” ,como suele suceder en toda guerra, saca a relucir las peores miserias profesionales: mentiras, golpes arteros y falsos relatos para convertirlos en verdades absolutas. No dudan en utilizar el engaño a la hora de instalar la información. Mienten sin pudor y al sólo efectos de defender intereses de grandes grupos económicos, nacionales e internacionales. Se va claramente por estas horas.

Hay algo que atraviesa a los dos periodismos. Los elefantes pasan por detrás como si nada fuera. En medio de la pandemia, mientras el gobierno nacional, provincial e intendentes intentan minimizar la viralización de contagio y de muertes, ellos están inmersos en una competencia, futbolera se podrá decir, en ver si Larreta se pelea con Kicillof, si hay más muertes de un lado u otro de la Gral. Paz. Y no falta el “periodismo de guerra” que plantea que “el aislamiento es el paraíso del populismo” o que “el presidente quiere ser el papá de todos”, se pudo leer en La Nación.

Ambos analizan -generalmente con presunción de científicos-, que tal o cual medida sería la adecuada. Ahora, que estallaron casos en Villa Azul (Conurbano) es patético como presentan la realidad. Uno, procura minimizar el hecho poniendo cámaras en el barrio Mujica de la CABA. El otro, con la cara pintada, acento cordobés y tinte de progre sumiso al Dios Dinero, busca miseria informativa en el conurbano. Hasta dicen estar preocupados porque el aislamiento barrial podría dejar sin comida suficiente a comedores del mencionado barrio que ocupa parte del distrito de Avellaneda y Quilmes, respectivamente.

Así van informando. Disputando poder mientras los elefantes, enormes, pasar por detrás de ellos. La población queda enfrentada entre ambos relatos.

Hablan de pobres y no de pobreza. Mucho menos indagan los motivos de esa pobreza. Por qué y qué modelos lleva a que varias generaciones aún continúen viviendo en esas indignas condiciones.

Ocultan, por ignorancia o defensa de intereses, que detrás de esas pobreza de esas inequidades hubo y hay leyes y plataformas legales que permiten evadir, fugar y lavar dinero. Los “guerrero”, “caras pintadas” para ser más preciso en términos de valores democráticos, terminan actuado de voceros de los intereses que custodian. Oculta que mientras sus patrones bajan sueldos y reparten dividendos y utilidades en millones de dólares, al mismo tiempo chupan de la teta del Estado. El 50% del salario de los “carapintadas del periodismo” enrolados en estos grandes grupos mediáticos, es pagado por el gobierno de Alberto Fernández. Al igual que a más de 250.000 empresas Pymes que, producto de la crisis pandémica, se encuentran con serios problemas.

Hay un mundo que podrá ser distinto luego de la pandemia. No decimos nada nuevo. Tal vez más justo y con una mejor distribución de la riqueza. Porque si lago sobra en el mundo es dinero. La crisis del COVID 19, podría significar una pérdida mundial del orden de los 7 billones de dólares y pérdidas laborales el orden de los 50 millones de empleos. Paralelamente, y mientras Argentina negocia el pago de la pesada herencia dejada por Cambiemos, un solo fondo de inversiones, BlackRock, controla un capital de 6 billones de dólares. Casi 10 PBI de Argentina.

Mientras bobos y caras pintadas compiten para ver quién acumula más casos de COVID, si Larreta o Kicillof, estos tipos, de verdad, siguen manejando el mundo y acumulando riqueza sobre el hambre de los pueblos. Hoy, un fondo de inversión como los mencionados resulta más importante que los bancos, estatales y públicos. Es el capital financiero, especulativo que pretende seguir controlando -Inteligencia Artificial mediante, así operan y definen el futuro- , el mundo.

Es el periodismo carapintada que le pega al gobierno para ocultar las barbaridades judiciales del macrismo. Ven pasar elefantes detrás y callan. Cuidan sus cajas que, casualmente, en su mayoría están ocultas en paraísos fiscales.

Si se dispusieran trabajar con ética profesional y honestidad intelectual seguramente podrían revelar que detrás de aquella maniobras judiciales montadas por Cambiemos, subyacen personajes y empresas que no resistirían un archivo. Pero claro, las maniobras judiciales de aquellos días fueron motorizadas desde estos medios de prensa. Hicieron periodismo de guerra.

Si la pandemia, de verdad, abre la puerta para conformar un mundo más justo y equitativo en que las personas no sean condenadas a vivir empobrecidas, no se podrá dejar que el picaporte lo manejen los mercados. Mucho menos que el “periodismo de guerra” persista en su tesitura. No en vano critican el impuesto a las grandes riquezas que impulsa el Frente de Todos. Será una dura batalla cultura la que habría que emprender a fin de que lo cultores de los mercados y de falsos relatos no sigan controlando el mudo como si ellos fueran “el gran hermano”. Si bien es cierto que la lucha contra “el corona” en cierta medida impide distraer tiempo para diseñar un nuevo escenario, lo que no se puede dejar es de pensar cómo y hacia donde deberíamos dirigirnos.

En un mundo globalizado la salida también debería ser globalizada. Pulsear con estos grandes monstruos que hoy somete a millones a la pobreza, no es tarea individual. O de países. Por eso es importante que la rebelión popular actué como factor de presión. Caso contrario, seguiremos mancillando a la humanidad y perjudicando al planeta.

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