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Los muertos se van, quedan los débiles en manos de buitres

El día después

Por: Tano Armaleo.- Almas deambulando por calles vacías. Cuerpos débiles, desorientados y con pocas fuerzas para revertir una pandemia que además de cargarse con cientos de miles de muertos por todo el mundo, dejó una profunda huella. Tan profunda fue que hubo cambios en hábitos cotidianos; y también de usos y costumbres. Además, millones de personas sin empleo y red de contención social, así quedó el planeta. Hugo ganadores, y perdedores, los de siempre.

Fue muy fuerte ver el estado de infección al que fue sometida la población por desidia de aquellos que hicieron del mundo una gran mesa de dinero. Aún cuando informes del Banco Mundial y de Fundaciones Privadas (una de ellas de Bill Gate), hace unos años habían revelado que estas pandemias sacudirían al mundo globalizado, poco y nada les importó.

Análisis similares realizaron investigadores y políticos “populistas”, esos que fueron denostados por creer en un Estado activo y solidario. Sin embargo, fueron las políticas populistas que cobijaron y evitaron que la caída fuera mayor. Que los muertos no se acumularan en millones como en 1918 -pandemia española, más de 30 millones de muertes-.

Aquel informe del Banco Mundial, y de Fundaciones privadas, decía que una correcta y adecuada inversión (cerca de 3000 millones anuales) destinada a prevención y atención mundial de la salud, mitigaría seriamente lo que vivió recientemente la humanidad. Nada de eso fue tomado en cuenta.

Mientras la humanidad intenta recomponerse, los ganadores de siempre ya piensan en nuevas formas de relaciones laborales; sólo les importa seguir ganado. Son los que se desesperaban en medio de la pandemia por las caídas de las bolsas bursátiles, ¡por el Riesgo PAIS!, o la baja en el precio de la soja, y poco y nada por aquellos que ya nunca más estarán.

Si en medio de la pandemia se trabajó y se estudió desde las casas, qué mejor que seguir haciéndolo, siguieren los ganadores. Se redujeron las circulaciones de trenes y colectivos, se dejó de atender al público, por mencionar tan solo un par de puntos y “el mundo siguió produciendo”.

El manual de los eternos ganadores recomienda instaurar los cambios de apoco. Si cunde el pánico, mejor aseguran. Los muchachos aprendieron de la luchas por la abolición de la esclavitud -era caro mantenerlos- y de los enfrentamientos con el populismo. Ahora, con semejante drama mundial, con millones de seres atemorizados e imbuidos del miedo, calza a la perfección seguir con eso de cambiar hábitos, usos y costumbres si esto mejora las cajas de los ganadores de siempre.

Tomarse un día por semana para trabajar o estudiar desde tu casa, o dónde te encuentres, resulta ¡genial!, dicen los muchachos que parecen buitres o aves carroñeras antes que buena gente. Te ponen la zanahoria de “tomate un día para vos” cuando en realidad, pretende seguir exprimiendo de cuerpos ingenuos y mediatizados. Operan con el miedo, a tal punto que ya plantean que, gracias al encierro y el trabajar en casa, resulta lógico cambiar las reglas de juego.

Son los ganadores de siempre, sólo que hoy un sector de la humanidad parecería estar dispuesta a tomar las armas (Estado populista) a fin de resistir semejantes cambios; y cómo se reparte la torta. El tiempo dirá donde se detendrá el péndulo.

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