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Más de medio siglo luchando por la inclusión


Juana Azurduy tuvo un sueño que fue construyendo a medida que la vida le marcaba valores. Hija de un padre con una buena posición económica, se podría decir que tenía la vida resuelta si se hubiera dedicado a administrar los campos familiares, pero decidió comprometerse con sus ideales. Sin prejuicios, cerca de indios y mestizos, empatizó con ellos y fue a luchar contra la colonia, por una Latinoamérica soberana. Dejó la comodidad individual para hacer realidad un sueño colectivo de libertad y grandeza. Se alineó al Ejército del Norte, comandado en ese entonces por Manuel Belgrano, en búsqueda de sus ideales de libertad y grandeza. Sus días terminaron en la pobreza material a los 82 años. Recién muchos años después la historia la reconoció por su enorme lucha y sus valores.

Quizá se pueda comparar esos ideales y su lucha por ellos, poniendo el cuerpo y alma, con esos docentes que muchas veces sacrifican sus vidas para un sueño de integridad e inclusión. Quizá por eso es que a sus 50 años de existencia la histórica Escuela Especial de Vicente López 503 pasa a llamarse Juana Azurduy. En Marconi 3630 se encuentra este instituto dependiente de la Provincia de Buenos Aires, que hace una gran labor para la comunidad desde hace medio siglo. Allí nos recibe su directora, Adriana Fagnola, quien nos cuenta el trabajo cotidiano dentro y fuera del establecimiento. Puede que no se vean muchos chicos porque la base de esta institución educativa es la de escuela domiciliaria.

Las ocupaciones son variadas porque se instruyen niños con diferentes problemáticas. Hay quienes se encuentran con discapacidades motoras, mentales, oncológicas o fobias escolares entre otras, por lo que las maestras y maestros se movilizan hacia las casas de los niños o son de apoyo de inclusión en diversas escuelas (tanto públicas como privadas). También la Escuela 503 tiene un acuerdo con el Hospital de Vicente López, por lo que docentes se movilizan hacia allí en caso que un chico necesitara para no perder la continuidad educativa. El programa en la Escuela Juana Azurduy es el mismo que para todos los colegios de la provincia porque el objetivo es la inclusión de todos los niños.

Mientras dialogamos con su directora, que permanentemente habla de “Equipo” a la hora de mencionar a las profesionales que están presentes, nos va presentando a quienes denodadamente cumplen sus tareas. “Los problemas más comunes de los chicos van cambiando con el tiempo. Las afecciones son dinámicas. Hace mucho tiempo, lo que prevalecía eran los chicos con poliomielitis, quizá de allí la importancia de la escuela domiciliaria. Por suerte eso ya no es tan habitual. En otra época fueron los padecimientos de ceguera y disminución visual, aquí -los avances de la ciencia y la tecnología- han ayudado mucho. Hoy la problemática más común es la de los Trastornos Emocionales Severos (TES)” comenta Adriana Fagnola. Se puede estimar que entre un 70% de los niños en domiciio y un 80% en escuela padecen TES. Quizá la Escuela Juana Azurduy sirva como termómetro de una sociedad que descuida determinados valores y busca una vida que produce ansiedad u otros problemas emocionales. También es muy importante la empatía de las maestras con la familia de los chicos.

“Muchas veces los familiares encuentran en nosotros alguien que quiere ayudarles y colaborar con el crecimiento de los chicos y se alegran de nuestra disposición, tomándonos como aliados” dice la docente Estela que acababa de hacer un apoyo domiciliario y cuenta: “Trabajé en escuelas convencionales, pero esta es mi pasión. La satisfacción que da el ver los avances de estos chicos es incomparable”. Adriana Fagnola agrega: “Se fomenta una escuela abierta. Que escuche. Es fundamental para nosotros”. Todas coinciden en la necesidad de la integración de los chicos. Es por lo que trabajan diariamente los 55 docentes que tienen en la actualidad (más los auxiliares) en la Escuela 503 para atender a más de 200 alumnos de entre 3 a 21 años, tanto en domicilios como en la misma institución. “Por suerte ha cambiado mucho la sociedad. Antes casi que a chicos con determinados problemas se los escondía. Hoy existe una cultura más inclusiva, y ojalá sigamos avanzando en ese sentido” comenta la secretaria de la escuela María Inés.

Un aporte importante que podemos hacer como comunidad es tomar mayor conciencia de la inclusión, para que las nuevas generaciones sean más solidarias e integradoras. También valorar hoy el trabajo que realizan los docentes, de forma anónima, que luchan por ese sueño de un mundo de inclusión, para no cometer el mismo error que con la patriota del Alto Perú que peleó por una América libre y soberana.


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